La 'troika' internacional que media en Sudán del Sur, integrada por Estados Unidos, Reino Unido y Noruega, ha advertido de que el acuerdo de reconciliación firmado hace siete años para poner fin a la guerra civil en el país africano está resultando un fiasco, a la vista de los persistentes niveles de violencia, la pobreza extrema y la corrupción generalizada.
En un comunicado conjunto difundido por el Departamento de Estado estadounidense, los tres Gobiernos sostienen que “A pesar del apoyo de la comunidad internacional, el optimismo y el alivio que inspiró el Acuerdo Revitalizado para la Resolución del Conflicto en Sudán del Sur son inmerecidos”.
Los firmantes responsabilizan directamente al presidente sursudanés, Salva Kiir, al que reprochan no haber estado nunca “a la altura de las circunstancias que exigía el gobierno de transición y de unidad nacional que iba a liderar”. Subrayan que los principios de reparto de poder “han sido violados” y que, a día de hoy, no se aprecia “un progreso significativo” en la implementación real del pacto.
La corrupción, añaden, sigue siendo un problema de primer orden, ya que “los recursos públicos siguen malgastándose, los salarios de los funcionarios públicos no se pagan y los donantes internacionales gastan mucho más en la prestación de servicios básicos a la población de Sudán del Sur que el propio Gobierno de transición”.
Tras siete años de vigencia del acuerdo, la troika sostiene que el país, que podría haberse apoyado en sus ingresos petroleros, “es el más pobre y corrupto del mundo”, mientras sus dirigentes continúan impulsando reorganizaciones unilaterales desestabilizadoras en lugar de centrarse en la gestión del Estado o en la preparación de las elecciones.
Como ejemplo reciente, señalan la última maniobra de Kiir, que ha destituido al director general de la Oficina de Seguridad Interna (OSI) del Servicio de Seguridad Nacional (SSN), el general Charles Chiec Mayor, menos de un año después de su designación, según recogen medios locales, y ha convocado además una reunión nacional obligatoria de oración para altos cargos.
Esta medida llega tras una nueva remodelación de puestos clave en el ámbito político y de seguridad, que incluyó el cese el mes pasado del vicepresidente Benjamin Bol Mel.
El regreso de la violencia en todo el país
Para la 'troika', el aspecto más alarmante es el retorno del “conflicto generalizado en todo el país”, que se aproxima de nuevo a los niveles de brutalidad registrados en 2013 y 2016.
“Por el bien del pueblo de Sudán del Sur y en aras de la estabilidad regional, los líderes de Sudán del Sur deben cambiar de rumbo urgentemente”, reclaman los tres países.
En su mensaje, insisten en que “Todas las partes deben cesar los ataques armados y reanudar de inmediato el alto el fuego nacional y el diálogo sostenido entre líderes”, antes de emplazar al Ejecutivo de transición a que “ponga fin a sus ataques aéreos contra sus propios ciudadanos, libere a los presos políticos; use los ingresos públicos para pagar a los empleados del sector público; y financie la salud, la educación y otros servicios esenciales para sus ciudadanos”.
Asimismo, exigen que “Los funcionarios del gobierno de transición, a todos los niveles, también deben dejar de interferir en las operaciones de los proveedores de asistencia humanitaria y las organizaciones regionales e internacionales”, a las que, según la troika, el propio Gobierno está bloqueando en su labor.
El comunicado concluye con un llamamiento al entorno regional: “Todos los amigos y socios de Sudán del Sur, y especialmente los vecinos de Sudán del Sur que más tienen que perder ante la perspectiva de un nuevo conflicto a gran escala, deben unirse en su mensaje: basta”.