El Consejo de Transición del Sur (CTS), brazo político del movimiento secesionista del sur de Yemen, ha planteado a Arabia Saudí y a Emiratos Árabes Unidos, su principal respaldo internacional, una vía para rebajar la escalada de tensión iniciada a comienzos de mes tras la entrada de sus fuerzas en el este del país.
Cansado de ver cómo sus exigencias no se atendían a cambio de apoyar al Gobierno yemení frente a la insurgencia hutí que domina la capital, el CTS controla ahora, gracias a su despliegue oriental, una parte significativa del antiguo Yemen del Sur, su histórica aspiración territorial. Este viernes, un bombardeo saudí, en apoyo del Ejecutivo de Saná, acabó con la vida de dos miembros de la seguridad del CTS en la gobernación de Hadramut, en el este.
El presidente del CTS, Aidarus al Zubaidi, se ha reunido este sábado con la dirección de la organización y, al término del encuentro, ha expresado su “aprecio por los esfuerzos de nuestros hermanos en Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos para resolver las diferencias y unificar perspectivas”.
“Reafirmamos la apertura del Consejo a cualquier acuerdo que garantice la protección del Sur, su integridad territorial y estabilidad, y satisfaga las aspiraciones de su pueblo”, ha añadido en un comunicado difundido por el portal South24.
Sin embargo, el responsable militar del CTS en Hadramut, Mohammed Abdul Malik al Zubaidi, ha dejado claro que sus tropas no contemplan abandonar ni esta región ni la vecina provincia de Al Mahra, donde también se encuentran desplegadas desde principios de mes. “No nos vamos a retirar de Hadramut”, ha afirmado en declaraciones a Sky News Arabia, “porque precisamente acudimos allí en respuesta a las súplicas de la gente”.
“La seguridad está completamente establecida, la situación es muy tranquila y normal, no hay problemas ni violaciones, la seguridad está establecida y nuestras fuerzas están presentes sobre el terreno”, ha señalado antes de subrayar que la presencia de sus efectivos favorece “a todos” al haber tomado el control de las rutas de abastecimiento de su enemigo común, los hutíes.
“Nuestras fuerzas del sur se van a quedar allí porque la expansión del Consejo de Transición a la zona ha frustrado las operaciones de contrabando de armas hacia los hutíes”, ha remachado.
Por su parte, la insurgencia hutí ha reaccionado con relativa contención ante lo que interpreta como una prueba más de que la guerra en Yemen es un conflicto por delegación en el que participan Arabia Saudí y Emiratos. El dirigente del buró político del movimiento hutí Ansaralá, Mohamed al Farrah, ha acusado a ambos países de “actuar como herramientas para agendas extranjeras que amenazan la soberanía yemení y allanan el camino para la influencia israelí”.
“La intervención saudí, nunca fue en nombre de la unidad o la soberanía de Yemen, sino más bien una intervención regida por intereses y hegemonía, y la búsqueda del control sobre Hadramut y Al Mahra, y tratándolos como territorios subordinados y no como parte integral de un estado yemení independiente con su propio poder de toma de decisiones”, ha escrito en su cuenta de X el político hutí, cuyo movimiento mantiene estrechos vínculos con la República Islámica de Irán y se declara abiertamente enemigo de Israel.
Ante el riesgo de una nueva espiral de violencia, el enviado especial de la ONU para Yemen, Hans Grundberg, ha hecho este sábado un llamamiento a la contención. El mediador “reitera el llamamiento del Secretario General a la moderación, la distensión y el diálogo, e insta a todas las partes a evitar acciones que puedan complicar aún más la situación”.
Asimismo, ha indicado que ya “está en contacto con las partes interesadas yemeníes y regionales para apoyar la distensión y avanzar hacia una solución política integral e inclusiva del conflicto en Yemen”.