Luis Arce ha finalizado su etapa como presidente de Bolivia este viernes, haciendo énfasis en los éxitos conseguidos durante su administración, la cual estuvo caracterizada por enfrentamientos debido a un «sabotaje económico y político» y la fragmentación del Movimiento al Socialismo (MAS). «Debimos habernos esforzado más por preservar la unidad», reconoció Arce, señalando al mismo tiempo al expresidente Evo Morales por contribuir a esta división.
«Desde un punto de vista político, estoy convencido que no hubo mayor error desde todos los actores que el de la división del instrumento político, el de la división del MAS», declaró en la Casa Grande del Pueblo, acompañado por su gabinete. Arce lamentó que las luchas internas hayan escalado hasta «asestar un durísimo golpe anímico y moral» a sus seguidores y electores, como reflejan los resultados electorales recientes.
Además, destacó que el «proceso de cambio fue herido de muerte» y opinó que, de haber suavizado las diferencias a tiempo, los resultados electorales podrían haber sido diferentes. En este contexto, criticó duramente a Morales por su afán de poder. «No se ve en otro espacio que no sea la silla presidencial», acusó Arce, añadiendo que Morales actuará igual con cualquier rival político porque así busca ser visto como el salvador de Bolivia.
«Él nunca soportó que yo no sea un títere, así como tampoco que emerjan nuevos líderes y que el MAS se democratice», acusó el pronto a ser expresidente de Bolivia. Arce también mencionó que la facción leal a Morales colaboró con diputados de la Asamblea Legislativa para bloquear medidas beneficiosas para la población, como el proyecto sobre la imprescriptibilidad de delitos sexuales contra menores.
Arce lamentó que estas disputas hayan opacado los «verdaderos logros» alcanzados para mejorar la vida de los bolivianos. A pesar de la crisis económica, destacó que Bolivia no presenta retrasos en el pago de la deuda externa, lo que facilitará la gestión financiera del nuevo gobierno de Rodrigo Paz, a quien deseó éxito al asumir la presidencia, marcando el fin de dos décadas de dominio del MAS.