El presidente de Bielorrusia, Alexander Lukashenko, ha afirmado este miércoles que su homólogo ruso, Vladimir Putin, se negó en varias ocasiones en los últimos años a lanzar ataques contra los centros de mando de Kiev y contra la residencia oficial del presidente ucraniano, Volodimir Zelenski.
“No es que acordaran no dispararse, sino que la situación en esta guerra era de tal manera que nadie intentó asesinar a ningún jefe de Estado. Nadie lo hizo”, ha señalado al ser preguntado por el supuesto ataque de este lunes con drones ucranianos contra la residencia oficial de Putin en Nóvgorod, según la agencia estatal bielorrusa Belta.
Lukashenko ha sostenido que Putin dispuso en varias ocasiones de la posibilidad de atacar algunas de las residencias de Zelenski, incluso utilizando el misil 'Oreshnik', parte de cuyo arsenal ha sido desplegado en los últimos días en territorio de Bielorrusia.
En este sentido, ha relatado que cuando este misil se empleó por primera vez, “algunos exaltados” presionaron al presidente ruso para emplearlo contra los puntos de Kiev desde donde se adoptan las decisiones clave del conflicto. “Putin rechazó categóricamente esta idea”, ha remarcado el dirigente bielorruso.
“Si continúan estas provocaciones, está claro cómo terminará (...) esto terminará en desastre. Rusia tiene con que golpear los centros de decisión y no dejará piedra sin remover”, ha avisado Lukashenko, advirtiendo de una posible escalada.
Para el mandatario bielorruso, lo ocurrido recientemente en Nóvgorod constituye un intento de sabotear el proceso de negociación cuando “la paz ya estaba al alcance”, esperando que Putin reaccionara con una respuesta simétrica.
Lukashenko ha subrayado que este tipo de “ataques terroristas” son inusuales y ha insinuado que Zelenski podría haber contado con el apoyo de algunos de sus aliados europeos. “De alguna manera, sospecho que nuestros 'hermanos ingleses' están detrás de esto”, ha añadido.
El ministro de Exteriores ruso, Sergei Lavrov, denunció que las fuerzas ucranianas lanzaron en la noche del 28 al 29 de diciembre hasta 91 drones —interceptados, según Moscú— contra la residencia presidencial de Putin en Nóvgorod.
Rusia ha definido estos hechos como “terrorismo de Estado” y, aunque ha asegurado que no abandonará la mesa de negociación, ha precisado que solo mantendrá conversaciones con Estados Unidos y se reserva la opción de endurecer su posición.
Ucrania, en cambio, ha negado cualquier implicación y ha acusado a Rusia de tratar de dinamitar las conversaciones de paz. Al mismo tiempo, ha criticado a quienes en la comunidad internacional han condenado un ataque que, insiste, no se ha producido.