El presidente francés, Emmanuel Macron, ha abierto la puerta a la imposición de aranceles a nivel europeo como reacción al que considera un fuerte desequilibrio en el comercio con China, después de que el déficit de bienes de la Unión Europea frente a Pekín se haya incrementado casi un 60 por ciento desde 2019.
Recién regresado de una visita oficial al país asiático, Macron detalla en una entrevista al diario económico francés “Les Échos” que pasó gran parte del viaje “intentando explicar a los chinos que su superávit es insostenible, sobre todo porque están matando a sus propios clientes, en especial porque apenas ya nos compran nada”.
De acuerdo con las cifras difundidas por el Tesoro francés, el déficit comercial de bienes de Francia con China se situó el año pasado en torno a 54.700 millones de dólares (unos 47.000 millones de euros). Al mismo tiempo, el superávit de China en su comercio de bienes con el conjunto de la UE se elevó hasta casi 143.000 millones de dólares (alrededor de 122.000 millones de euros) solo en el primer semestre de 2025, lo que supone un máximo histórico para ese periodo, según datos del propio Gobierno chino publicados a comienzos de año.
Macron considera que este contexto es tan preocupante que ha regresado de su viaje con la convicción de que China “está a punto de atacar el corazón del modelo industrial europeo” y teme que las fricciones bilaterales del año pasado —cuando París respaldó la decisión de la Unión Europea de aplicar aranceles a los vehículos eléctricos chinos y Pekín respondió con medidas contra el coñac francés— terminen extendiéndose al resto de socios del bloque comunitario.
El dirigente francés califica la situación “como un asunto de vida o muerte para la industria europea” porque “estamos ahora mismo en una situación de ajuste de mercado y es el peor escenario posible”. Y advierte: “Como (China) no reaccione”, “en los meses venideros los europeos nos veremos obligados a adoptar medidas de desacoplamiento, como ha hecho Estados Unidos, a través de la imposición de aranceles a productos chinos”; una posibilidad que, añade, ya ha abordado con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.
Antes de llegar a ese punto, Macron se inclina por fórmulas menos confrontativas, como relajar por parte europea las restricciones a la exportación de maquinaria para semiconductores y, en paralelo, que China reduzca sus límites a las ventas al exterior de tierras raras.
En cualquier caso, el presidente subraya que estas iniciativas deben insertarse en un replanteamiento más amplio del enfoque económico en la UE: “simplificación, profundización del mercado único, inversión en innovación, protección justa de nuestras fronteras, la culminación de nuestra unión aduanera y una política monetaria ajustada”, ha explicado.
Macron también se ha referido al papel del Banco Central Europeo (BCE). A su juicio, la decisión de la institución de continuar desprendiéndose de los bonos soberanos en cartera podría presionar al alza los tipos de interés a largo plazo y frenar la actividad económica. “Europa debe, y quiere, seguir siendo una zona de estabilidad monetaria y de inversión en la que se puede confiar”, ha zanjado.
