En el sitio conmemorativo dedicado a recordar a las víctimas de las atrocidades cometidas por milicias palestinas en el Festival Nova, Mazal Tazazo, una superviviente que se hizo pasar por fallecida para esquivar a los terroristas de Hamás mientras buscaba refugio cerca de la carretera 232, paralela a la Franja de Gaza, ha expresado que aún no ha logrado ‘sanar’ las lesiones psicológicas del 7 de octubre y siente que sigue ‘en guerra’.
Las consecuencias emocionales de los ataques se intensifican cada vez que visita lugares concurridos, como restaurantes. Sin embargo, su hijo es una de sus principales motivaciones para seguir adelante, relató en una reunión con periodistas organizada por la Embajada de Israel en España. El suicidio de Shirel Golan ha activado las alertas de las autoridades israelíes sobre la severa crisis de salud mental que afecta a los sobrevivientes del Festival Nova, aunque no se disponen de cifras oficiales.
Tazazo visita frecuentemente el memorial para explicar a los visitantes los detalles de los ataques. En este lugar se han colocado cientos de fotografías, velas, flores y objetos personales para homenajear a las más de 350 víctimas que perdieron la vida cerca del desierto del Néguev durante el festival de música electrónica, que se celebró durante Hoshaná Rabá, el último día de la festividad judía de Sucot. Lo que comenzó como un homenaje improvisado se transformó en un espacio conmemorativo permanente gracias al apoyo del Fondo Nacional Judío (FNJ).
A unos pocos kilómetros del kibutz Reim, en el asentamiento de Tkuma, también se encuentra el denominado cementerio de los coches, donde se muestran los vehículos incendiados y acribillados por los disparos en los que intentaron escapar los asistentes al festival, muchos de los cuales fueron posteriormente saqueados. Grupos escolares y otros visitan diariamente el lugar para comprender la magnitud de la masacre, que fue grabada por los terroristas con las cámaras que portaban.
EL 7 DE OCTUBRE, TRAGEDIA NACIONAL
Tazazo, quien entonces tenía 35 años, fue al Festival Nova con sus amigos Daniel Cohen y Yohai Ben Zecharia, quienes fallecieron ese día. Alrededor de las seis de la mañana, cuando decidieron buscar unas gafas de sol, la música se detuvo debido a varios cohetes lanzados desde el otro lado de la frontera. ‘Teníamos esperanza de que se reanudase la fiesta. ‘Solo son proyectiles’, pensamos. Es una locura decirlo, pero es la realidad. Con el tiempo, las fuerzas de seguridad vinieron hacia nosotras y nos pidieron que nos fuéramos a casa’, ha explicado Tazazo.
Mientras intentaban salir del festival por la carretera 232, un atasco les impidió avanzar. ‘Imaginen a 3.000 personas intentando llevarse sus cosas e irse’, ha comentado, añadiendo que poco después comenzaron a escuchar disparos desde el kibutz Reim y decidieron refugiarse, al igual que otros asistentes, bajo su coche en medio del intenso tiroteo entre las fuerzas de seguridad israelíes y los milicianos palestinos.
‘No había a dónde ir y cada vez estaban más cerca. Al final llegamos a una hilera de árboles al lado de la carretera. Daniel y Yochai empezaron a cubrirse con plantas. Yo hice lo mismo, pero no me sentía segura. Estaba muy expuesta, con la cara hacia el cielo. El suelo aquí está muy seco y realmente no había arena, no se podía cavar. Había muy pocas hojas’, ha recordado. Minutos más tarde, se tumbó boca abajo y cuando un grupo de terroristas llegó a la zona, sintió cómo golpeaban su mano, que protegía su nuca, con lo que parecía ser la culata de un arma.
Tazazo decidió entonces fingir que estaba muerta mientras los milicianos palestinos le enrollaban una cuerda por las piernas en un intento por llevársela secuestrada hacia la Franja de Gaza. ‘Uno de ellos vino hacia mí, así que contuve la respiración. Levantó mi cara, me miró, supongo, y después se fue’, ha relatado la superviviente, quien se desmayó debido a la grave herida que tenía en el cuello y recobró la conciencia horas después, junto a sus amigas, quienes yacían muertas a su lado.
‘Sabía que no podía moverme mucho porque seguían disparando hacia los arbustos’, ha rememorado. Tras varias horas esperando en silencio, se encontró con otra superviviente de la masacre, aunque ambas se separaron minutos después porque los milicianos de Hamás empezaron a incendiar toda la arboleda que se extiende a los lados de la carretera para intentar matar al resto de supervivientes, que huían de las llamas. ‘Le dije a la chica: ¿Ves aquel coche abandonado? Voy a ir hacia allí y si muero recibiré un disparo, pero no me voy a quemar viva’, cuenta.
Ya había enviado mensajes a sus familiares desde su teléfono móvil informando de su ubicación cuando se refugió dentro del vehículo y se cubrió con una manta hasta que, finalmente, la joven con la que se había separado horas antes regresó a buscarla, acompañada por otra persona, y se dirigieron hacia un lugar seguro pasadas las tres de la tarde. ‘Me sacaron, buscaron en otros vehículos y juntos, unos cinco supervivientes, fuimos hacia un punto de encuentro’, ha detallado.
‘NO SE TRATA DE LAS TIERRAS’
‘Han pasado ya dos años y seguimos explicándole al mundo que no se trata de las tierras. Se trata de un grupo de personas enfermas’, ha afirmado Tazazo, añadiendo que Hamás ‘mantiene en la ignorancia’ a su población y no les otorga derechos, como por ejemplo un buen sistema educativo, por lo que ‘generación tras generación’ nacen personas en el enclave palestino ‘con el cerebro lavado’ y con el alma ‘corrompida’ que se convierten automáticamente en ‘monstruos’ cuyo único objetivo es ‘matar judíos e ir al cielo’.
Durante la reunión, la superviviente también denunció la violencia sexual a la que los milicianos sometieron a las víctimas durante aquel día trágico. ‘Ataron a algunas chicas desnudas en los árboles. No fue solo matar y violar: les introdujeron cosas en sus cuerpos por diversión. Mataron a una chica y le enviaron mensajes y vídeos a su madre desde Whatsapp. ¿Para qué? Para hacerla sufrir en casa porque no podían estar con ella’, ha comentado Tazazo, quien recordó que el grupo islamista también secuestró a niños, como fue el caso de los hermanos Bibas.
‘Si las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) salen de Gaza, Hamás seguirá teniendo presencia allí y se recuperará; y así sucesivamente. ¿Cómo puedo sanar y estar bien en estas circunstancias? Estos enfermos viven cerca de mí. Quiero estar a salvo’, ha sentenciado. La víctima de los ataques de Hamás, no obstante, ha asegurado que los extremistas son un ‘grupo pequeño’ y ha expresado el deseo de que tanto unos como otros se sienten a dialogar por el bien de la convivencia. ‘Mi sueño es poder cerrar este capítulo de mi vida, pero no puedo’, ha dicho.
Tazazo también ha desvinculado a la comunidad árabe de las atrocidades cometidas por Hamás y ha recordado a uno de los héroes beduinos que arriesgó su vida para salvar a otros a lo largo de la carretera 232. ‘Viví en Jerusalén dos años con un árabe, un musulmán que era amigo mío. Era policía y rescató a más de 200 personas. Rescató a gente y luchó contra los terroristas durante más de 15 horas y él me dijo: ‘Esto no es islam. Esto es como una secta», ha explicado esta joven natural de la ciudad de Netivot y de ascendencia etíope.











