El número de fallecidos por el ataque con drones perpetrado en la víspera y atribuido a las Fuerzas de Apoyo Rápido contra una guardería infantil y un hospital en la región sudanesa de Kordofán Sur ha superado ya el medio centenar. Entre las víctimas se cuentan alrededor de 30 menores, en uno de los episodios más mortíferos registrados en esta zona desde que estalló la guerra entre este grupo paramilitar y el Ejército de Sudán a comienzos de 2023.
La Red de Médicos de Sudán ha señalado que el balance de fallecidos “ya excede las 50 víctimas, incluidos 33 niños y cuatro mujeres”, y ha precisado que entre los muertos figuran también “varios paramédicos que acudieron al lugar de los hechos para prestar ayuda, pero fueron alcanzados por un segundo ataque inesperado”. El organismo sanitario ha difundido estos datos a través de un comunicado publicado en su perfil de la red social X.
En esa nota, la organización ha denunciado que “este atroz crimen y masacre inmoral contra niños en su guardería confirma la política deliberada de las RSF de aterrorizar a la población civil y desplazarla por la fuerza, tácticas que han empleado sistemáticamente en El Fasher, Kordofán, y otras regiones”. A renglón seguido, ha añadido que “condenado enérgicamente este abominable crimen” y ha responsabilizado “plenamente” a los líderes de las RSF “por las vidas inocentes perdidas como consecuencia de este ataque con misiles”. También ha reclamado a la comunidad internacional que active “urgentemente sus mecanismos para detener estas violaciones y proteger a la población civil desarmada”.
Sin embargo, fuentes médicas citadas por el portal de noticias Sudan Tribune elevan el número de muertos hasta 79, de los cuales 43 serían niños, y sitúan en 38 el total de heridos, incluidos once menores. Estas cifras, que difieren del recuento de la Red de Médicos de Sudán, reflejan la confusión inicial y la gravedad del ataque.
Según los primeros relatos, un dron atacó en un primer momento la guardería, donde se encontraban los niños, y posteriormente lanzó un segundo bombardeo contra las personas que se habían acercado para socorrer a las víctimas. Más tarde, el aparato impactó contra el hospital al que estaban siendo trasladados los heridos, multiplicando el número de bajas y complicando la respuesta de los servicios de emergencia.
La guerra civil en Sudán estalló a raíz de profundas discrepancias sobre el proceso de integración de las Fuerzas de Apoyo Rápido en el seno del Ejército regular, un punto de fricción que terminó por hacer descarrilar la transición política iniciada tras el derrocamiento, en 2019, del régimen de Omar Hasán al Bashir. Ese proceso ya se encontraba debilitado después de la asonada militar que forzó la salida del entonces primer ministro, Abdalá Hamdok, en 2021.
El conflicto, en el que participan de forma indirecta varios países que respaldan a una u otra parte, ha empujado a Sudán a una de las peores crisis humanitarias del planeta. Millones de personas se han visto obligadas a abandonar sus hogares, ya sea como desplazados internos o como refugiados en países vecinos, mientras crece la preocupación internacional por la expansión de enfermedades y por los daños sufridos por infraestructuras esenciales, lo que impide atender adecuadamente a cientos de miles de afectados.











