El Gobierno de Nigeria afirmó este lunes que la reciente crisis diplomática con Estados Unidos “ha sido resuelta en gran medida”, tras un aumento de las tensiones marcado por las amenazas del entonces presidente estadounidense, Donald Trump, de llevar a cabo una intervención militar en el país africano después de denunciar un “genocidio” contra la población cristiana.
El ministro de Información nigeriano, Mohammed Idris, señaló que “la reciente disputa diplomática con Estados Unidos se ha resuelto en gran medida mediante un compromiso firme y respetuoso que culminó en una asociación reforzada entre Estados Unidos y Nigeria”.
En este contexto, recordó que la semana pasada ambas partes firmaron un memorando de entendimiento en materia sanitaria, con una vigencia de cinco años y un montante total de 5.100 millones de dólares (unos 4.335 millones de euros), tal y como informó la cadena de televisión nigeriana Channels TV.
Según detalló Idris, “el acuerdo contempla que Estados Unidos entregue 2.100 millones de dólares (unos 1.785 millones de euros) en préstamos, mientras que Nigeria compromete 3.000 millones de dólares (cerca de 2.550 millones de euros)”, en “lo que se describe como la mayor coinversión por parte de un país bajo la Estrategia Global América Primero”.
Trump llegó a amenazar a las autoridades nigerianas con una acción militar por el “asesinato de cristianos” a manos de “islamistas radicales”, unas acusaciones rechazadas tanto por Abuya como por la Unión Africana (UA), que recalcó que “no hay un genocidio” en Nigeria, un país inmerso desde hace años en una compleja crisis de seguridad.
Las comunidades cristianas han sido blanco de numerosos ataques en Nigeria, si bien expertos subrayan que la mayoría de las víctimas de los grupos armados son musulmanes, ya que gran parte de la violencia se concentra en el norte, de mayoría musulmana y zona de operaciones de Boko Haram y de su escisión, Estado Islámico en África Occidental (ISWA).
En los últimos años también se ha producido un incremento de la inseguridad en áreas del centro y del oeste del país, donde proliferan bandas armadas y redes criminales que recurren al secuestro para financiar sus actividades, lo que ha disparado las alertas y ha llevado al Gobierno nigeriano a tratar de reforzar el despliegue de las fuerzas de seguridad.