Nueva York y su papel como sede de la ONU: Un cruce de intereses políticos y geográficos

El debate sobre la sede de la ONU en Nueva York revive, mezclando historia, política y un cheque millonario de Rockefeller.

Archivo - Edificio de la sede de Naciones Unidas en Nueva YorkEuropa Press/Contacto/Bianca Otero - Archivo

Desde su fundación en 1945, la sede central de Naciones Unidas ha estado en Nueva York, un lugar que ha sido testigo de ocho décadas de historia y polémica. Las críticas recientes de Estados Unidos hacia la ONU y las limitaciones a las delegaciones internacionales han puesto en tela de juicio la idoneidad de mantener el acuerdo original, que fusionaba criterios geográficos y políticos, incluyendo un cheque significativo del magnate petrolero John D. Rockefeller.

El Congreso de Estados Unidos propuso en diciembre de 1945 que la aún emergente Naciones Unidas estableciera su cuartel general en suelo estadounidense. Tras un debate en la primera sesión de la Asamblea General en Londres en 1946, se decidió que la sede estaría en Estados Unidos, aunque no se especificó la ubicación exacta hasta después de evaluar varias ciudades como Nueva York, San Francisco, Filadelfia y Boston.

La elección final se inclinó hacia la costa este, particularmente hacia Nueva York, en parte debido a su proximidad a Europa. La influencia de la donación de 8,5 millones de dólares de Rockefeller, que estipulaba la compra de un terreno en Manhattan libre de impuestos, fue decisiva. En 1949, se iniciaron las obras de la sede, diseñadas inicialmente para costar 85 millones de dólares, aunque el presupuesto se redujo a petición del secretario general.

En 1947, se firmó un acuerdo específico que creaba un ‘distrito’ bajo la autoridad de la ONU, donde tendría autonomía para sus operaciones, incluyendo comunicaciones y servicios postales. Este distrito sería «inviolable», asegurando la libre movilidad y el acceso sin restricciones, según el acuerdo firmado por Trygve Lie y George Marshall.

Aunque técnicamente posible, cambiar la sede de la ONU nunca ha sido seriamente considerado. A pesar de las críticas y los llamados para descentralizar los centros de decisión, la sede en Nueva York sigue siendo central, y cualquier cambio requeriría consensos amplios y el respaldo de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad.

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