Según la FAO, los desastres naturales como sequías, inundaciones y olas de calor han provocado pérdidas económicas en la agricultura que ascienden a 3,26 billones de dólares (aproximadamente 2,8 billones de euros) en un periodo de 33 años. Esto representa una media anual cercana a los 100.000 millones de dólares, equivalentes al 4 por ciento del PIB agrícola global, y una reducción diaria de cerca de 320 kilocalorías por individuo.
Asia es la región que más ha sufrido económicamente debido a estos eventos extremos, acumulando cerca del 47 por ciento del total de pérdidas. Le sigue América, con un 22 por ciento. En África, aunque las pérdidas son menores, el impacto en su PIB agrícola es el más significativo, alcanzando casi el 7,5 por ciento, lo cual representa un serio desafío para la seguridad alimentaria del continente.
«Las tecnologías digitales están revolucionando cómo monitoreamos riesgos, emitimos alertas tempranas y apoyamos la toma de decisiones de los agricultores», afirmó Qu Dongyu, director general de la FAO. La adopción de tecnologías ha permitido a más de nueve millones de productores asegurarse contra desastres mediante plataformas digitales, mientras que los sistemas de alerta temprana han facilitado la evacuación del 90 por ciento de las poblaciones en riesgo. Además, la inteligencia artificial, junto con drones y otros dispositivos, están mejorando la capacidad de respuesta ante estas situaciones.
No obstante, la FAO advierte que 2.600 millones de personas aún carecen de acceso a estas tecnologías esenciales, muchas de ellas en zonas rurales vulnerables. Por ello, ha llamado a gobiernos y al sector privado a fomentar una mayor integración de la transformación digital en las estrategias agrícolas nacionales, lo que incluiría aumentar la inversión en infraestructura y proyectos de alfabetización digital para fortalecer la resiliencia de los sistemas agroalimentarios.
