El presidente de República Democrática del Congo (RDC), Félix Tshisekedi, ha denunciado este lunes que Ruanda ha incumplido el reciente acuerdo de paz suscrito en Estados Unidos al llevar a cabo varios bombardeos en la provincia de Kivu Sur, en el este del país. El pacto fue firmado el pasado jueves en Washington bajo el amparo de la Administración de Donald Trump, más de cuatro meses después de que delegaciones de ambos gobiernos consensuaran en la capital estadounidense las bases para intentar poner fin a las hostilidades.
“Las Fuerzas de Defensa de Ruanda han realizado ataques con armamento pesado desde la ciudad ruandesa de Bugarama, causando importantes daños materiales y víctimas”, ha declarado el mandatario congoleño en su discurso sobre el estado de la nación ante el Congreso, según ha recogido la emisora Radio Okapi.
Pese a estas acusaciones, Tshisekedi ha recalcado que las autoridades de Kinshasa seguirán manteniendo una postura firme frente a la crisis. Ha insistido en que el Gobierno permanecerá “vigilante, sin ser pacifista; perspicaz, pero decididamente optimista”. “Sigo convencido de que este punto de inflexión diplomático, aunque ciertamente exigente y a veces difícil, allana el camino hacia una solución donde la paz esté al alcance”, ha manifestado.
El jefe de Estado ha querido remarcar ante los legisladores que la crisis en el este congoleño no puede interpretarse como “un simple conflicto intercomunitario ni una guerra civil”, ni tampoco como “una simple rebelión interna”. “Se trata de una guerra de agresión indirecta que pretende desafiar nuestra soberanía sobre una zona estratégica, rica en minerales esenciales y con un potencial económico decisivo para el futuro de nuestra nación”, ha argumentado, en alusión a la importancia geopolítica y económica de las regiones afectadas.
Las palabras de Tshisekedi se producen un día después de que las Fuerzas Armadas de República Democrática del Congo (FARDC) responsabilizaran al Movimiento 23 de Marzo (M23) y a sus “aliados” del Ejército ruandés de nuevos ataques de artillería contra civiles en el este del país, pese al alto el fuego contemplado en el acuerdo de paz.
Las negociaciones para tratar de frenar la escalada bélica se han intensificado este año, tras el repunte de la violencia desencadenado por una ofensiva del M23, compuesto en gran medida por tutsis congoleños. Esta ofensiva permitió al grupo rebelde hacerse con el control de las capitales de Kivu Norte y Kivu Sur, lo que provocó duras acusaciones de RDC contra Ruanda por su presunto respaldo a los insurgentes.
Kigali, en cambio, sostiene una versión opuesta y reprocha a Kinshasa que tolere y apoye a grupos armados hostiles a Ruanda. Entre ellos cita a las Fuerzas Democráticas para la Liberación de Ruanda (FDLR) –organización creada por hutus que huyeron tras el genocidio de 1994 en Ruanda–, además de otras milicias locales que operan en la convulsa región fronteriza.










