En Ecuador, la desnutrición crónica en niños sigue siendo un desafío significativo, influenciado por una variedad de factores que abarcan desde la pobreza hasta la falta de información en familias de áreas remotas, problemas que organizaciones como World Vision buscan mitigar directamente en el campo.
Según la Encuesta Nacional sobre Desnutrición Infantil (ENDI), el 17.5% de los niños menores de cinco años están afectados por esta condición, cifra que asciende al 19.3% en niños menores de dos años. «Es un desafío de décadas», señala Esteban Lasso, director de World Vision en Ecuador, destacando además las disparidades regionales que muestra el ENDI.
En regiones como la andina y la Amazonía, donde World Vision implementa programas propios y colaborativos, la desnutrición alcanza hasta el 40% de los niños. Lasso también resalta la preocupación por grupos específicos como las comunidades indígenas y las madres adolescentes.
Los impactos de una dieta inadecuada son evidentes en el desarrollo físico y cognitivo de los niños, donde el 36.9% de los menores de entre 6 y 23 meses sufren anemia. Lasso menciona que en algunos niños son evidentes los efectos del hambre, manifestándose en estaturas menores a las esperadas para su edad o en un comportamiento letárgico.
World Vision también se centra en la educación y el apoyo durante los primeros mil días de vida del niño, promoviendo prácticas como el lavado de manos, la lactancia materna y el consumo de proteínas a través de alimentos como la quinoa y las lentejas. Lasso critica la «distorsión» de ciertas prácticas alimenticias que podrían ser corregidas, como el caso de comunidades indígenas que cultivan y venden quinoa para comprar carbohidratos menos nutritivos.
LA INCIDENCIA FUNCIONA
Lasso afirma que las intervenciones están dando resultados, con nueve de cada diez bebés naciendo sin desnutrición en áreas con programas activos y la mitad de los niños afectados superando esta condición. Destaca el caso de una madre que, a través de asistencia personalizada y prácticas aprendidas en las «cocinas vivas», ha logrado mejoras significativas en la salud y el desarrollo de su hija de dos años, que ahora camina «muy bien» y alcanza su potencial de crecimiento.
