El recién investido presidente de Bolivia, Rodrigo Paz, ha estrenado su mandato este fin de semana con la presentación de su gabinete, el cual se caracteriza por incluir figuras políticas ya conocidas y la notoria ausencia de representación indígena, algo que no sucedía en el país desde hace veinte años.
Según estimaciones del censo de 2024, el 38,7% de la población boliviana se identifica como indígena, principalmente de las etnias quechua y aymara. Sin embargo, Paz ha decidido no incluir a representantes indígenas en su gabinete, argumentando que ‘es momento de darle a la meritocracia, a la eficiencia, a la transformación del Estado para darle servicio al pueblo’, según sus propias palabras.
El triunfo de Paz en las recientes elecciones marcó un cambio significativo en la política boliviana, finalizando casi dos décadas de dominio por parte del Movimiento al Socialismo (MAS). El nuevo gabinete, compuesto por catorce ministros, tres menos que en la administración anterior, tomó posesión en el Palacio Quemado, en un acto simbólico que también incluyó la retirada de la bandera wiphala, símbolo de los pueblos indígenas, de la fachada del palacio.
Esta acción ha sido ampliamente criticada, especialmente por el expresidente Evo Morales, quien declaró que ‘Quitarla del Palacio es una ofensa para el movimiento indígena originario campesino y un intento de borrar la memoria colectiva. De un Estado de inclusión pasamos a uno de exclusión’.
Entre los nuevos ministros se encuentra José Luis Lupo, encargado de la Presidencia y de reestructurar el Gobierno, y Gabriel Espinoza, quien gestionará la cartera de Economía en un intento por mitigar la crisis económica que enfrenta el país.
