Las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF), el influyente grupo paramilitar sudanés, afirmaron este lunes que han pasado a controlar el yacimiento petrolero de Heglig, considerado el más relevante de Sudán. El anuncio se produce en el contexto de su reciente avance militar en la región de Kordofán, pese a haber proclamado previamente un alto el fuego unilateral en respuesta a las presiones internacionales para detener la guerra iniciada en abril de 2023.
En un mensaje difundido en su canal oficial de Telegram, el grupo sostuvo que “las valientes RSF han tomado con éxito esta mañana el control de la estratégica región de Heglil, en Kordofán Sur, después de que el terrorista ejército de Hermanos Musulmanes huyera”, insistiendo en sus acusaciones sobre la supuesta influencia de la organización islamista en la cúpula castrense, extremo que las autoridades de Jartum rechazan.
En la misma comunicación, el grupo subrayó que “la liberación de la región de Heglig, rica en petróleo, es un punto de inflexión en la liberación de toda la patria, dada su importancia económica. La región ha sido desde hace mucho una fuente significativa de financiación para el régimen de Puerto Sudán –a donde se trasladó gran parte del gobierno al principio de la guerra–, permitiéndole expandir y prolongar su guerra”.
Las RSF recalcaron además que “están comprometidas a garantizar la seguridad y proteger las vitales instalaciones petroleras en la región para salvaguardar los intereses del pueblo hermano de Sudán del Sur, que depende en gran medida de los recursos petroleros que fluyen desde territorio sudanés hacia los mercados globales”.
El grupo añadió que “mostramos además nuestro compromiso con garantizar la protección de los equipos de ingenieros, técnicos y trabajadores de las instalaciones petroleras, garantizando un contexto adecuado para su trabajo”, al tiempo que insistió en que “siguen totalmente comprometidas con la tregua humanitaria”, pese a las ofensivas y bombardeos que continúan desarrollando en distintos frentes del país.
Al mismo tiempo, matizaron que “se reservan su derecho a la autodefensa, un derecho inherente garantizado por el Derecho Internacional”, justificando así este tipo de operaciones armadas como respuesta a las supuestas acciones de las Fuerzas Armadas de Sudán. Hasta el momento, el Ejército no ha emitido comentarios sobre su retirada del campo de Heglig, situado en las proximidades de la frontera con Sudán del Sur.
Este yacimiento constituye el principal nodo de procesamiento del crudo exportado por Sudán del Sur, un recurso que representa prácticamente la totalidad de los ingresos por exportaciones de Yuba, muy dependiente de este petróleo. La captura del área por las RSF deja en el aire la reacción del Gobierno sursudanés, después de que el grupo ya hubiera lanzado anteriormente ataques con drones contra estas instalaciones, lo que obligó a suspender las operaciones el pasado mes de agosto.
Fuentes consultadas por el portal Sudan Tribune confirmaron igualmente la toma del complejo petrolero y señalaron que las fuerzas gubernamentales se habrían replegado hacia territorio de Sudán del Sur para evitar daños directos sobre la infraestructura durante los enfrentamientos con las RSF. Por ahora, las autoridades centrales de Sudán no han ofrecido una versión oficial sobre la situación exacta en la zona.
En paralelo, el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Volker Turk, advirtió la semana pasada del riesgo de una nueva “oleada de atrocidades” en Sudán ante el repunte de la violencia en Kordofán. También reclamó impedir “otro El Fasher”, en alusión a las graves violaciones de derechos humanos atribuidas a las RSF en la capital de Darfur Norte tras su conquista a finales de octubre.
La guerra civil sudanesa estalló por las profundas discrepancias en torno al plan de integración de las RSF en el Ejército regular, un proceso clave en la transición abierta tras el derrocamiento en 2019 del régimen de Omar Hasán al Bashir. Estas tensiones, sumadas al golpe que depuso en 2021 al entonces primer ministro Abdalá Hamdok, terminaron por descarrilar el frágil proceso de transición política.
El conflicto, en el que diversos países han intervenido apoyando a uno u otro bando, ha hundido a Sudán en una de las peores emergencias humanitarias del planeta. Millones de personas se han visto obligadas a huir de sus hogares, dentro y fuera del país, mientras crece la alarma internacional por la expansión de enfermedades y la destrucción de infraestructuras esenciales, lo que impide atender adecuadamente a cientos de miles de afectados.











