Mark Rutte, secretario general de la OTAN, destacó la seriedad con la que la organización enfrenta los ataques a los sistemas de navegación GPS, especialmente después de que el avión de Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, experimentara una posible interferencia rusa al intentar aterrizar en Plovdiv, Bulgaria, el domingo pasado.
Luego del suceso, las autoridades de Bulgaria comunicaron a la Comisión Europea su preocupación por una posible interferencia rusa en el GPS del aeropuerto. Sin embargo, el primer ministro búlgaro, Rosen Zheliazkov, indicó este martes que no se llevará a cabo una investigación sobre la interferencia, ya que no se considera parte de un ciberataque o un ataque híbrido, y no se cree que la aeronave fuera el objetivo directo de un evento que sucede «todos los días».
Por otro lado, el Kremlin ha rechazado cualquier implicación en la manipulación del GPS del avión que transportaba a la política alemana, lo que resultó en la necesidad de usar sistemas de navegación terrestres para finalizar el aterrizaje.
«Nos lo tomamos muy en serio», enfatizó Rutte en una conferencia de prensa en Luxemburgo, agregando que la OTAN «está intensificando sus esfuerzos en lo que respecta a las amenazas híbridas y cibernéticas» como las interferencias en aviones comerciales, que pueden tener «efectos potencialmente desastrosos».
Entre los ataques híbridos mencionados por Rutte se incluyen «un intento de asesinato de un gran industrial en uno de los países aliados de la OTAN» o «un ataque al Servicio Nacional de Salud del Reino Unido». «No se trata de pequeños incidentes. Son incidentes enormes que tienen un impacto enorme», adicionó.
Finalmente, el secretario general reconoció que el problema no está completamente resuelto, pero aseguró que la OTAN está trabajando «día y noche» para «contrarrestar estos ataques, para prevenirlos y para asegurar que no vuelvan a suceder».
