La reciente designación de Sanae Takaichi como primera ministra de Japón marca un momento histórico y pone de relieve la escasa presencia femenina en roles de liderazgo político a nivel mundial. Este acontecimiento ha suscitado un renovado debate sobre la participación de las mujeres en posiciones de poder político, donde aún son minoría.
Organizaciones internacionales, como las Naciones Unidas, han insistido repetidamente en la importancia de incrementar la representación femenina en cargos de alta responsabilidad para combatir la desigualdad. No obstante, los datos actuales muestran que solo una treintena de naciones están dirigidas por mujeres, incluyendo países como Barbados, Dominica y Honduras, entre otros.
Actualmente, solo 29 países cuentan con mujeres en la jefatura del Estado y/o del Gobierno, un número que, aunque ha aumentado, sigue estando lejos de lo ideal según expertos. Según ONU Mujeres, la representación femenina sigue siendo “insuficiente a todos los niveles” y la paridad de género en la política parece un objetivo aún distante.
En este contexto, España se destaca por estar entre los diez países con mayor número de ministras, superando a naciones como Reino Unido y Australia. Europa, Norteamérica y Latinoamérica muestran una mayor presencia femenina en los gabinetes, en contraste con el sureste asiático, donde la participación es significativamente menor.
El caso de Takaichi no solo rompe un techo de cristal en Japón sino que también podría influir en un aumento de mujeres en altos cargos del Gobierno y del partido gobernante. A pesar de este avance, el desafío sigue siendo considerable, con países como Yemen y Arabia Saudí sin ninguna mujer en sus gabinetes de gobierno y un claro sesgo de género en la asignación de ministerios clave.