En el marco del 80 aniversario del bombardeo atómico en Hiroshima, la Unión Europea ha hecho un llamado este miércoles a la reducción de los arsenales nucleares y al respaldo a los acuerdos de control de armas dada la tendencia que describió como «profundamente preocupante».
«80 años después, la devastación de Hiroshima y Nagasaki sigue siendo un testimonio escalofriante del poder y las consecuencias de las armas nucleares. El mundo nunca debe olvidar y nunca debe repetir esas tragedias», declaró Kaja Kallas, Alta Representante de la UE para Política Exterior, en un comunicado por el aniversario del ataque nuclear de Estados Unidos contra Japón durante el final de la Segunda Guerra Mundial.
El ataque nuclear resultó en aproximadamente 140,000 muertos y fue seguido, solo tres días después, por un bombardeo similar en Nagasaki, que ocasionó la muerte de 74,000 personas más.
Kallas expresó su preocupación por la retórica nuclear irresponsable y la expansión de los arsenales nucleares, además de la aparición de nuevos actores buscando capacidades nucleares. «Estos acontecimientos ponen en peligro la paz y la seguridad internacionales, y socavan de manera flagrante la verdad fundamental que todos afirmamos: una guerra nuclear no se puede ganar y nunca debe librarse», mencionó.
Resaltó la importancia del Tratado de No Proliferación Nuclear como la «piedra angular» para el desarme nuclear y subrayó la relevancia del Tratado que prohíbe los ensayos nucleares, a partir del cual se ha establecido una moratoria a estos tests.
«Hacemos un llamamiento a un diálogo estratégico renovado y a medidas concretas para lograr nuevas reducciones de los arsenales nucleares, ya que el último instrumento de control de armas nucleares que queda, el Nuevo Tratado START, expirará en febrero de 2026», enfatizó Kallas.
Finalmente, subrayó que la no proliferación y el desarme nuclear «no es opcional» sino una «responsabilidad colectiva», destacando el esfuerzo de la UE por promover la diplomacia y la defensa del orden multilateral para asegurar que «tragedias como estas no vuelvan a repetirse jamás».
«Tenemos el deber compartido de transmitir a las generaciones futuras el recuerdo de Hiroshima y Nagasaki. Se lo debemos a las víctimas: garantizar que este legado sirva de base para la paz», concluyó.