El representante de Estados Unidos para Siria, Thomas Barrack, admitió recientemente que el cese al fuego acordado en noviembre de 2024 en Líbano ‘no ha funcionado’, aunque destacó que ‘no puede forzar a Israel’ a modificar su enfoque, a pesar de numerosos bombardeos contra el país vecino tras el mencionado acuerdo.
Durante su encuentro con el primer ministro libanés, Nawaf Salam, Barrack expresó el deseo de Washington de ‘resolver’ el conflicto. ‘Queremos discutir con actores nacionales, el gobierno, para ver cómo podemos ayudar’, señaló, subrayando que ‘Estados Unidos no está aquí para forzar a Israel a hacer nada’.
‘Intentamos ayudar y usar nuestra influencia sobre todas las partes’, declaró Barrack. ‘Estamos aquí para ayudar a lograr un mejor entendimiento con los vecinos, no solo Israel, pero es algo que depende de usted y de su Gobierno’, le dijo a Salam, enfatizando que Estados Unidos ‘quiere restaurar la estabilidad en la región y no echar leña al fuego’.
Barrack reafirmó que Estados Unidos considera a Hezbolá como ‘Una organización terrorista’, aunque explicó que el desarme del grupo es ‘un asunto interno libanés’ y descartó la posibilidad de nuevas sanciones.
Por su parte, el presidente libanés, Joseph Aoun, entregó a Barrack un ‘borrador del memorando integral’ que busca extender la autoridad del Estado libanés a todas las áreas, en línea con el desarme y la retirada de Hezbolá. El texto subraya que el control de las armas debe ser ‘exclusivo de las Fuerzas Armadas libanesas’ y que ‘las decisiones sobre la guerra y la paz recaen en las instituciones constitucionales libanesas’. Además, plantea que todo debe realizarse en armonía con la ‘preservación de la soberanía libanesa en sus fronteras y con la reconstrucción y el inicio del proceso de recuperación económica’.
La visita de Barrack es parte de los esfuerzos de Estados Unidos para consolidar el mencionado cese al fuego entre Israel y Hezbolá, desencadenado tras los enfrentamientos iniciados en octubre de 2023. Israel ha continuado con ataques en Líbano bajo la justificación de actuar contra Hezbolá, lo que ha sido criticado tanto por Beirut como por el grupo chií, y condenado por Naciones Unidas por afectar negativamente la estabilidad regional.
El acuerdo estipulaba la retirada de fuerzas tanto de Israel como de Hezbolá del sur de Líbano, pero el Ejército israelí ha mantenido cinco puestos en territorio libanés, lo que ha sido criticado por las autoridades libanesas y Hezbolá, quienes lo consideran una ocupación en violación del Derecho Internacional.
















