La Oficina Integrada de las Naciones Unidas en Haití (BINUH) informó que durante el segundo trimestre de 2025, la violencia en Haití ha resultado en más de 1.500 muertes y 600 heridos. Asimismo, el número de desplazados internos ha superado los 1,3 millones.
Desde el 1 de abril hasta el 30 de junio, la cifra de fallecidos alcanzó al menos 1.520, ocasionados por operaciones de fuerzas de seguridad (64 por ciento), violencia de pandillas (24 por ciento) y grupos de autodefensa (doce por ciento). El 87 por ciento de las víctimas fueron hombres; el once por ciento, mujeres; y el dos por ciento, niños, de acuerdo con un reciente informe.
Adicionalmente, en el mismo período, 628 individuos sufrieron violencia sexual y 185 fueron secuestrados, principalmente en el departamento de Artibonito (oeste). También se han establecido dos unidades judiciales especializadas para abordar crímenes masivos y violencia sexual, así como delitos económicos.
Aunque las operaciones de seguridad se han intensificado en la capital reduciendo la violencia de pandillas, los enfrentamientos de grupos armados se han extendido hacia la región central y se ha agravado en el sur de Artibonito. «La situación en la comuna de Kenscoff se ha mantenido muy volátil», ha señalado la BINUH.
Por otro lado, la BINUH ha exhortado a las autoridades de Haití a acelerar la creación de unidades judiciales especializadas, excluir a miembros de las fuerzas de seguridad implicados en violaciones a los Derechos Humanos y fortalecer los programas de rehabilitación para menores vinculados a pandillas.
A inicios de 2024, una escalada de violencia estremeció a Haití, llevando al entonces primer ministro Ariel Henry a renunciar. Tras críticas y varios años de inestabilidad, había asumido el cargo en 2021 tras el asesinato del presidente Jovenel Moise por un grupo armado en su residencia oficial.
Desde el año pasado, se ha formado un Consejo Presidencial de Transición con la misión de pacificar y establecer un Consejo Electoral Provisional para las primeras elecciones en una década. La presencia de fuerzas internacionales lideradas por Kenia ha sido, hasta ahora, insuficiente para detener las actividades de las pandillas.