El Colectivo de Víctimas del Terrorismo (Covite) ha expresado su desaprobación ante la concesión de terceros grados ‘fraudulentos’ a cuatro integrantes de ETA, Gurutze Agirresarobe Pagola, Itziar Alberdi Uranga, Jurdan Martutegi Lizaso y Juan Jesús Narváez Goñi, todos relacionados con la izquierda abertzale y que no han mostrado arrepentimiento.
Según Covite, estos individuos figuran en una lista reciente de Etxerat (noviembre de 2025), identificándoles como ‘presos políticos’ y han sido objeto de apoyo público por parte de la red Sare. A pesar de esto, el Gobierno vasco ha aprobado su ascenso al tercer grado, ‘ignorando la exigencia legal de mostrar signos inequívocos de arrepentimiento’, lamenta el colectivo en un comunicado.
‘No se puede estar con la izquierda abertzale y estar arrepentido, puesto que se lo prohíben expresamente desde hace muchos años, y se encargan de recordarlo públicamente cada cierto tiempo’, ha denunciado Consuelo Ordóñez, presidenta de Covite.
ETARRA EXHIBIDOS PÚBLICAMENTE
El Observatorio de la Radicalización de Covite documenta que Agirresarobe Pagola es frecuentemente homenajeado en Hernani (Guipúzcoa) y en el barrio donostiarra de Añorga. Alberdi Uranga, Martutegi Lizaso y Narváez Goñi también son celebrados en Durango, en eventos como la San Silvestre de 2024 y en la Korrika de 2024, donde SARE los presenta como ‘presos políticos’.
Estos individuos también fueron mencionados en un mitin de EH Bildu, donde se abogó por su pronto retorno. Narváez Goñi, además, fue destacado en Pamplona durante un tour de Sare por diversas localidades en mayo de 2025.
Para Covite, estas concesiones representan ‘una nueva muestra de la amnistía encubierta’. ‘El artículo 90 del Código Penal es clarísimo: para acceder al tercer grado deben mostrar signos inequívocos de arrepentimiento. Y eso no se cumple en ninguno de estos casos’, enfatiza Consuelo Ordóñez.
Ordóñez critica que el Gobierno vasco y la Fiscalía de la Audiencia Nacional no actúen adecuadamente al dar validez a cartas privadas que nunca se hacen públicas, mientras los etarras son tratados como héroes. ‘Esas cartas son una burla a la ley y un insulto a las víctimas’, concluye.











