Sonia Lalanda, quien fuera portavoz de Vox en el consistorio palentino, está valorando la posibilidad de «pelear judicialmente» después de ser expulsada de la formación, hecho que se oficializó el viernes pasado cuando el Comité de Garantías rechazó el recurso presentado por ella en contra de esta medida.
Tras ser notificada de su expulsión, Lalanda ha lanzado severas críticas contra el partido liderado por Santiago Abascal, acusándolo de «caudillismo» en su estilo de liderazgo. «Su alergia a la democracia interna se ha convertido en un problema sistémico», declaró durante una conferencia de prensa donde criticó fuertemente a la agrupación.
Según Lalanda, Vox se maneja con una política de «ordeno y mando» sin espacios para el debate o la creación de proyectos, y ha señalado que todos los puestos dentro del partido están controlados por las autoridades centrales en Madrid, quienes actúan como «la vieja del visillo» en cuanto a las declaraciones y publicaciones en redes sociales.
En su crítica, subrayó que al partido no le interesan ni el trabajo ni los proyectos, sino únicamente controlar lo que se comunica públicamente. «Por eso han ido expulsando a personas tan importantes en el partido, incluso su propio fundador, para quedarse solo con la gente más dócil, que es la que necesita la política para vivir», explicó.
Al repasar su propio recorrido profesional, Lalanda afirmó que nunca ha dependido económicamente de la política, la cual considera un «servicio público», y criticó el «servilismo» de algunos colegas «mediocres en la vida civil, ya que sin la política no tendrían manera de llevar el pan a su casa», mencionando específicamente al actual secretario provincial de VOX y portavoz parlamentario, David Hierro, a quien acusó de manipular el partido en Palencia.
Lalanda sostuvo que Hierro la utilizó «para ascender» y recordó que él la convenció de volver a la política con promesas de apoyo. Sin embargo, una vez que logró sus objetivos, ella se convirtió «en un peligro y una persona a batir», según sus palabras.
Finalmente, acusó a Vox de falta de transparencia en la gestión de fondos, de aislar a sus representantes provinciales y cargos electos, y de no mantener contacto con los ciudadanos. Además, afirmó que al partido de Abascal «no les importan los ayuntamientos, las comunidades autónomas, ni les importa el país», y criticó que hayan roto con gobiernos autonómicos para «dar gritos, recoger el descontento y calentar la calle», entrando en una «deriva peligrosa» que se aleja del espíritu original del partido.
