Juan Carlos I y Felipe VI, aunque con estilos y épocas de gobierno diferentes, han demostrado ser las figuras idóneas para liderar España en sus respectivos contextos históricos: el primero guiando la transición de la dictadura a la democracia, y el segundo fortaleciendo la monarquía en tiempos de crisis tras escándalos relacionados con la vida privada del primero.
Los dos reyes «tienen un papel distinto», afirma Emilio Lamo de Espinosa, miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, quien describe a Juan Carlos como más «un Borbón» y a Felipe como «un Austria».
«Juan Carlos es un rey constituyente, que contribuye poderosamente a traer la democracia y la Transición» a España, señala en declaraciones a Europa Press. Por otro lado, Felipe VI es descrito como un «rey constitucional», término que él mismo reafirmó durante su proclamación en 2014, donde destacó que «Constitución, democracia y monarquía van de la mano», enfatiza.
Similarmente, Eduardo Serra, exministro de Defensa, opina que «Juan Carlos I fue un rey constituyente, más que constitucional, y gracias a eso hizo lo que hizo» mientras que «Felipe VI es un rey perfectamente constitucional, ajustado escrupulosamente a la Constitución». Para Serra, ambos monarcas han aportado la estabilidad necesaria que España requería en momentos críticos.
En términos de personalidad, Juan Carlos I es recordado por su carácter más emotivo y cercano, cualidades que le ganaron el afecto del público, mientras que Felipe VI es percibido como más reservado, una actitud que ha sido beneficiosa en una democracia consolidada y polarizada como la actual.
Respecto a los logros significativos en los últimos 50 años de monarquía, todos coinciden en que el golpe de Estado del 23-F en 1981 fue un momento decisivo en el reinado de Juan Carlos I. «El 23-F fue un punto de inflexión y los españoles que no éramos monárquicos, la mayoría, nos convertimos en juancarlistas», admite Lamo de Espinosa.
Juan Carlos logró una «tercera legitimidad» en su cargo, después de que su padre, Don Juan, renunciara a sus derechos en 1977, y con la aprobación de la Constitución en 1978 se dedicó plenamente a sus funciones como rey. Además, se reconoce su acierto al cesar a Carlos Arias Navarro y nombrar a Adolfo Suárez, así como su decisión de renunciar a todos los poderes heredados del Franquismo y convertirse en un monarca ceremonial.
La abdicación de Juan Carlos I, considerada forzada debido a la erosión de su legitimidad, es vista como un paso positivo que permitió la renovación de la monarquía con la llegada de Felipe VI, quien ha logrado mantener la institución entre las más valoradas del país junto con el Ejército, la Guardia Civil y la Policía.
