Pedro Sánchez, líder del PSOE y presidente del Gobierno, ha reafirmado su compromiso de mantenerse al frente del partido tras reconocer que fue un error confiar en Santos Cerdán y José Luis Ábalos, quienes están ahora involucrados en un supuesto caso de corrupción.
Se ha declarado traicionado, aunque sin nombrarlos directamente, pero aseguró que seguirá en el cargo por responsabilidad, como indicó en su discurso de apertura en el Comité Federal, donde se oficializarán las nuevas directrices del PSOE y las acciones para enfrentar la crisis actual, exacerbada tras la reciente prisión preventiva de Cerdán.
«Comparezco ante vosotros, evidentemente con el corazón tocado, pero también con la determinación intacta, y con las mismas ganas de plantar cara a la adversidad, y de volver a superarla. Porque si alguien tenía dudas, lo digo aquí, de nuevo, nosotros vamos a seguir avanzando, no vamos a rehuir este desafío», expresó Sánchez.
«Vamos a hacernos cargo de la situación, como siempre hemos hecho. Y vamos a derrotar a la corrupción, tanto dentro como fuera de nuestra organización», afirmó.
«Me equivoqué», admitió Sánchez al pedir disculpas a los 315 representantes socialistas reunidos en Ferraz y a todos los españoles, refiriéndose a la presunta red de corrupción liderada por Cerdán, con la participación de Ábalos y su asesor, Koldo García.
Sánchez ha reiterado su intención de seguir liderando el partido, destacando su papel como «capitán del barco» y reafirmó que seguirá por «responsabilidad» con la militancia, con las «ideas» que ha defendido durante «25 años» y con el proyecto político que dirige, «apoyado por millones de personas» que, según él, «está dando sus frutos de manera excepcional».
«La traición sufrida, sin duda alguna, es dolorosa. Desde el punto de vista político y personal, no os lo escondo. Al fin y al cabo fui yo quien confió en ellos y quien no supo descubrir qué había detrás», declaró.
«La decepción es grande, pero la responsabilidad de que España sigue avanzando es aún mayor», concluyó, mientras acusaba a la «coalición ultraderechista» de tener «resortes poderosos: dinero, medios y poder» y de querer gobernar sin importar la voluntad popular, ya que consideran que «España es su cortijo y ellos llevan el privilegio impreso en la sangre y en sus apellidos».
