QUIÉN ES QUIÉN
A MANO ALZADA
La vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, ha subrayado la importancia de implementar una política «estable e integrada» que aborde tanto la prevención como la extinción de incendios, y que al mismo tiempo termine con la «precariedad» de quienes se encargan de estas labores.
En un mensaje difundido a través de Blueskay y citado por Europa Press, Díaz ha destacado que frente a la reciente oleada de incendios que ha afectado a varias zonas del país, «es el momento de cooperar y actuar».
«Estamos ante una emergencia que exige todos los medios y toda la colaboración posible. La ciudadanía quiere vernos trabajando juntos», señaló, evitando mencionar directamente los conflictos entre el Gobierno y las comunidades afectadas que han criticado la falta de recursos o la demora en la colaboración.
LA AMENAZA ES REAL
Díaz ha llamado la atención sobre el abandono rural como una de las causas principales de la situación actual. «La falta de políticas ha obligado a muchas personas a dejar su tierra, sus cultivos, sus montes. Ese abandono tiene consecuencias», mencionó, recordando las advertencias de la ONU sobre cómo la crisis climática acarrea incendios más severos y prolongados. «La amenaza es real», subrayó.
En este marco, resaltó la necesidad de «políticas rurales y forestales que apuesten por un rural vivo», lo que incluye mantenimiento del monte durante el invierno, agricultura sostenible, ganadería extensiva y la preservación de bosques nativos, en lugar de «monocultivos que arden como gasolina».
«Hace falta una política estable e integrada para prevenir y extinguir», enfatizó, añadiendo que la extinción no debe limitarse solo a los meses de verano y que es crucial contar con «profesionales estables, bien equipados y formados», por lo que «hay que acabar con la precariedad y vincular prevención con extinción».
«El fuego no se apaga en agosto. Se apaga durante todo el año, con planificación, recursos y compromiso», concluyó, destacando que solo es posible mantener un «monte vivo» si existe un «rural vivo».
