El presidente de la Junta General del Principado de Asturias, Juan Cofiño, ha aprovechado su intervención en el acto institucional del Día de la Constitución para reclamar una puesta al día de la Carta Magna, adaptándola a la realidad política y social actual. “Soy de los que piensa que nuestra Constitución debe reformarse para adaptarse a los tiempos”, ha afirmado.
En su discurso, ha reconocido que, “a pesar de una cierta rigidez”, tanto el espíritu como la letra del texto constitucional contienen “encontramos palancas suficientes para su reforma, en consonancia con el concepto de ‘Constitución abierta’”, lo que, a su juicio, permite encarar cambios sin desnaturalizar el pacto del 78.
Cofiño ha recurrido a la historia para advertir de los riesgos de debilitar el sistema democrático. Ha recordado que “la experiencia de Weimar nos alecciona sobre la fragilidad de la democracia, y el hecho de que una Constitución, y su éxito, depende sustancialmente de la sintonía entre las relaciones institucionales previstas en el texto constitucional y la configuración real del tejido social subyacente”.
Entre los cambios que considera prioritarios, ha citado como “convenientes, o, si lo prefieren, muy necesarias” reformas como “la constitucionalización de los llamados derechos sociales de nueva generación, como una renta mínima garantizada”, así como “los nuevos derechos ambientales, y por extensión el de los bienes fundamentales, como el agua, el aire y todo lo que apela al equilibrio climático”.
En el plano internacional, ha defendido también “un proceso que, partiendo de las naciones, escalara hasta la Unión Europea, para culminar en una suerte de constitucionalismo cosmopolita”, con el objetivo de “contrarrestar un fenómeno emergente que amenaza con producir graves daños en el ecosistema de la democracia liberal occidental”.
Al abordar la cuestión territorial, Cofiño ha subrayado que “urge una renovación” del Título VIII de la Constitución “para dotar al sistema de mayor claridad y coherencia regulando los elementos básicos de participación de los entes territoriales en la formación de la voluntad estatal desde el principio de lealtad federal”.
Ha recordado que “los constituyentes del 78 gestaron un pacto fundacional en clave de descentralización política, sin alcanzar un verdadero pacto federativo. Urge una renovación de este, para dotar al sistema de mayor claridad y coherencia regulando los elementos básicos de participación de los entes territoriales en la formación de la voluntad estatal desde el principio de lealtad federal”, insistiendo en la necesidad de actualizar ese acuerdo inicial.
En esta línea, ha sostenido que “el federalismo bien entendido es la fórmula política más adecuada para el supuesto de Estados – España es el caso – en los que conviven sensibilidades diversas, sea cual sea su origen”, planteando este modelo como el más idóneo para gestionar la pluralidad interna.
Ahora bien, ha matizado que “el federalismo puede y debe flexibilizarse para acoger con más comodidad las pulsiones identitarias presentes, adoptando soluciones pragmáticas, incluso abrazando una cierta asimetría material o competencial en asuntos que afectan a lo específico, como la lengua, la cultura y la educación, eso sí, salvaguardando la simetría formal”, abriendo la puerta a un encaje diferenciado de las distintas realidades territoriales.
Para concluir, Cofiño ha lanzado una advertencia sobre el modo de abordar estos eventuales cambios constitucionales. Ha señalado que, “con ocasión de abordar las reformas constitucionales enunciadas -que algún día serán- debemos cuidarnos de la exhortación machadiana; esto es, que los modernos no terminen por apedrear a los originales”, llamando a preservar el legado de la Constitución al tiempo que se adapta a los nuevos tiempos.










