Antoni Cañete (Pimec): «La reducción de jornada puede ser una oportunidad si tiene en cuenta el absentismo o la productividad»

El presidente de la patronal catalana analiza en Demócrata los elementos que condicionan su visto bueno a la medida estrella del Ministerio de Trabajo. Sin el apoyo de Junts, que registró enmienda a la totalidad, el proyecto será rechazado

La reducción de jornada entra en terreno decisivo. PSOE y Sumar decidieron cerrar el plazo de enmiendas a la totalidad y encaminar el proyecto a su primera votación en el Congreso, que será previsiblemente en julio.

El resultado no fue ninguna sorpresa: PP, Vox y Junts registraron sendas enmiendas de devolución. Aritméticamente, derrota asegurada para el Gobierno. Junts es socio imprescindible y, sin un acuerdo con los de Carles Puigdemont, la reforma fracasará.

Uno de los actores que más se han movilizado públicamente es la patronal catalana Pimec, con gran influencia en la Cámara en aspectos como la fiscalidad o la morosidad entre las empresas. Su presidente, Antoni Cañete, subraya que la última rebaja fiscal para pymes y microempresas en la reforma de diciembre de 2024, pactada por PSOE y Junts, lleva su huella.

Y en el caso de la reducción de jornada, evita una cerrazón en banda e invita al Gobierno a negociar. Considera, en un símil deportivo, que hay partido y debe jugarse. Y tiene bazas y propuestas para ello.

Insiste en sus declaraciones que la reducción de jornada, tal y como está planteada, es inviable. “Así, no”, insiste. ¿Ve posible una reducción de jornada bajo determinadas condiciones?

Si se tienen en cuenta todos los parámetros que nosotros hemos definido, sería incluso una oportunidad para ordenar algunas cosas que son absolutamente necesarias y que han venido distorsionando porque las pymes no han tenido voz ni en la reforma laboral ni en el diálogo social.

La propuesta vuelve a dejar a las pymes en circunstancias de inviabilidad. No es una cuestión de márgenes ni de costes, sino de imposibilidad tal y como se plantea. Hay sectores, como el farmacéutico, en el que falta personal cualificado. Y en sectores donde los salarios suponen el 90% de los costes existe mucho menos margen para aplicar una reducción.

Una de las cuestiones en las que insiste es el absentismo y la productividad en las empresas.

El absentismo ha crecido y se ha doblado en los últimos años. Con un absentismo absolutamente desmadrado y los costes que eso conlleva, genera situaciones complicadas en las empresas y en algunos sectores. 

Si mejoramos o vinculamos de alguna forma el absentismo, podríamos hablar incluso de otros parámetros de reducción de jornada. Hay sectores que están por encima del 12% y el 15%, cuando venían de medias en el 5%.

Respecto a la productividad, está creciendo en la pyme, pero con sudor, con gente trabajando. No porque tengamos mejoras en la productividad que permita hacer a las empresas más competitivas. 

Otro elemento es la flexibilidad. En una empresa muy grande la reorganización es más fácil que en una tienda pequeña con dos o tres personas. Actualmente hay un límite del 10% para organizar la jornada. Si varías ese parámetro y puedes ajustarlo a esas necesidades, ganaríamos elementos de flexibilidad. O con las horas extra.

También tiene que haber un tiempo de ajuste con incentivos, porque esto tiene unos costes y tener en cuenta a la pyme en la regulación del control horario y las sanciones que se proponen. Se está tratando a la tienda de al lado como si fuera la SEAT. 

Si todos estos elementos se tratan y se lleva a la negociación colectiva para llegar a acuerdos sectoriales, que es donde deberían de haberse resuelto estos temas, nosotros siempre estamos dispuestos a hablar y hacer propuestas. Es lo que hemos hecho. Y no hay ningún partido político que no esté de acuerdo con que, si finalmente se tramita, deban tenerse en cuenta a las pequeñas y medianas empresas.

Ha hablado de devolver el proyecto a la negociación colectiva. En unos días se fijará la fecha para la primera votación, la de enmiendas a la totalidad. ¿Prefiere la devolución del proyecto o ve margen para un acuerdo en el Congreso e introducir cambios?

Si el proyecto no tiene consensos para adaptarlo a las pequeñas y medianas empresas, no debería progresar. Si tiene realmente acuerdos en la línea de lo que proponemos, se debe jugar la partida. Si no prospera finalmente, se lleva al diálogo social, de donde no debería haber salido. 

Pero en el diálogo social no hay una voz propia de la pequeña y mediana empresa. Este es el gran drama. Todo el mundo sabe que el Real Madrid tiene un filial, el Castilla, al que pone presupuesto y directivos. Y no puede jugar en Primera, porque sería adulterar la competición. 

En el diálogo social se produce una grandísima anomalía y estamos alterando esa interlocución (por la relación de CEOE y Cepyme). Y por eso se toman medidas que favorecen sólo a algunas empresas y no a la pyme.

¿Atribuye a esa falta de representatividad a que no se hayan podido acordar medidas específicas para pymes o microempresas?

Claro. Esto a una gran empresa le afecta muy poquito. Normalmente tiene un convenio propio adaptado en la negociación colectiva. Y si no lo tiene, su afección es mucho más pequeña. Si para una pyme con tres trabajadores la mano de obra supone el 70-80% de sus costes, en una gran empresa suponen el 20-30%.

Y la flexibilidad que tiene la gran empresa para organizar la jornada laboral es totalmente diferente a la de una pequeña. Una tienda con tres trabajadores no tiene capacidad para contratar a nadie ni de organizar la jornada, porque tiene un horario de apertura. Tiene que adaptarse con una visión pyme. No es una propuesta para la pequeña y mediana empresa. 

¿Qué propone cuando habla del absentismo o de la productividad? ¿Marcar umbrales por sectores a partir de los cuales no se aplicaría la reducción de jornada o se extendería un plazo de adaptación?

Lo primero que tendría que hacerse es vincularlo. Si en un sector el absentismo es del 10% y tengo empresas en el 15% estaría fuera de la media o del sector. Veríamos una afectación diferenciada. Si tú lo condicionas al absentismo y pones medidas y mejoras los datos, puedes pagar mejores salarios y reducir perfectamente jornada. A 37,5 horas o a 35 horas. No es una cuestión aislada.

Otra propuesta es adaptar los contratos de las licitaciones, igual que han pedido las empresas cuando se producen subidas del salario mínimo. 

Es inexplicable que el Gobierno cambie el salario mínimo por decreto y, cuando tienes un contrato con la Administración, han cambiado legalmente una obligación salarial que has de cumplir. Pero la Administración no ajusta el cambio que está produciendo en el contrato. 

El Ministerio de Trabajo llevó a la negociación un paquete de ayudas directas y bonificaciones a la contratación para facilitar la reducción de jornada a pymes. ¿Esta medida le convencía?

No recuerdo cuántos recursos dijeron, pero la cantidad era absolutamente insuficiente. El concepto es correcto. Pero pedimos que, en caso de que tenga que ponerse en marcha, con todos los condicionantes mencionados, haya un tiempo de adaptación y una compensación de costes. Un reparto del coste, porque si no sólo se plantea para la empresa y a muchas pymes les genera un problema.

Pero no es un tema de 200 millones o 300 millones. Esto tiene un coste muchísimo más elevado. No vale compensar con 0,1 algo que vale 100. Eso no es compensar, sino tener un titular.

El proyecto propone cambios en el registro horario y ha pedido diferenciar a pymes de grandes empresas. ¿Propone modular las sanciones en función del tamaño de las sociedades? 

Totalmente. Es absolutamente necesario y además es justo. Imagina que tenga la misma sanción una empresa de tres trabajadores que una empresa de mil. Eso es inexplicable. Hoy en día no duda nadie de que eso se tiene que ajustar.

La intención de Trabajo es que el registro sea interoperable y esté disponible en todo momento para la Inspección. ¿Por qué ve problemas para aplicarlo en las pymes?

No lo digo yo. La Inspección ha dicho que esa medida es inviable en el control horario. No nos oponemos al control horario, pero la interoperabilidad supone una gestión administrativa y unos costes de adaptación para las pymes que tienen que tenerse en cuenta. Es muy fácil en una gran empresa, según en qué sectores, y mucho más complicado en otro tipo de empresas y sectores. Nadie cuestiona que tenga que haber control horario. Sí se cuestiona el café para todos. 

La primera votación se prevé en julio. ¿Ve receptivo al Ministerio de Trabajo para intentar llegar a un acuerdo en los términos que plantea?

La vicepresidenta (Yolanda Díaz) con la interlocución con Pimec ha visto la realidad de la pequeña y mediana empresa y ha hablado con los sectores. Tanto ella como el secretario de Estado (de Trabajo, Joaquín Pérez Rey). Y en todas las reuniones, no sólo el Ministerio, sino con todos los partidos –PNV, PP, Junts, ERC, el PSOE…– no hay nadie que no esté de acuerdo con las propuestas de Pimec.

Tanto el Ministerio, como los partidos e incluso los sindicatos, son conscientes de que esto se debe adaptar a la pyme. Y a hablar en el diálogo social. Pero insisto. En el diálogo social con la presencia y voz propia de la pyme, no con el filial del Real Madrid.

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