La Sociedad Española de Neurología (SEN), aprovechando la conmemoración del Día Mundial del Ictus este 29 de octubre, alerta de que el ictus representa un serio peligro para la salud pública en España. Se estima que uno de cada cuatro ciudadanos sufrirá esta afección en algún momento de su vida, siendo además una de las principales causas de muerte y discapacidad a nivel global.
De acuerdo con el estudio Global Burden of Disease (GBD), anualmente se detectan cerca de 12 millones de nuevos casos de ictus y se registran más de 7 millones de muertes debido a esta causa. Las cifras en España no son menos preocupantes, con aproximadamente 90.000 casos nuevos cada año y más de 23.000 fallecimientos. Además, un 30% de quienes sobreviven quedan con secuelas permanentes, convirtiendo al ictus en la principal causa de dependencia en el país.
Actualmente, el ictus absorbe entre el 3 y el 4% del total del presupuesto destinado a la atención médica en los países occidentales. Se prevé que más de 1,5 millones de personas en Europa sufrirán un ictus este año, con un incremento esperado en los próximos años debido al envejecimiento de la población.
«El ictus es una enfermedad cerebrovascular que se produce cuando el flujo de sangre que llega al cerebro se interrumpe o se reduce. Existen dos tipos principales de ictus: el ictus isquémico, que representa aproximadamente el 80% de los casos, y el ictus hemorrágico, que supone el 20% restante. Mientras que el ictus isquémico se produce cuando un trombo impide u obstaculiza la llegada de sangre al cerebro, el ictus hemorrágico se genera por la rotura de alguno de los vasos sanguíneos del cerebro. Pero en ambos casos el tiempo de actuación es determinante», explica la doctora Mª Mar Freijo, Coordinadora del Grupo de Estudio de Enfermedades Cerebrovasculares de la SEN.
Además, indica, «por cada minuto que pasa sin que la sangre llegue al cerebro, se pierden casi dos millones de neuronas. Por lo que si se sospecha un ictus, hay que llamar de inmediato al 112, porque solo una atención urgente puede minimizar las secuelas y salvar vidas».
Es crucial actuar rápidamente frente a un ictus, dado que intervenir en las primeras seis horas puede reducir significativamente las complicaciones de esta enfermedad en más de un 25%. No obstante, es alarmante que solo la mitad de los españoles reconozca los síntomas de un ictus, lo que puede ocasionar retrasos críticos en la atención médica.
LA HIPERTENSIÓN, PRINCIPAL FACTOR DE RIESGO
La hipertensión arterial se identifica como el principal factor de riesgo en los pacientes con ictus, estando presente en el 64% de los casos según el estudio internacional INTERSTROKE, y es responsable de más del 50% de las muertes relacionadas con esta enfermedad. El riesgo aumenta considerablemente cuando se combina con otros factores como el tabaquismo, la diabetes, el colesterol, la obesidad o la fibrilación auricular. «El control de la presión arterial es una de las piedras angulares en la prevención del ictus. Los estudios demuestran que reducir la tensión arterial no solo disminuye el riesgo de un primer episodio o de recurrencia, sino también el riesgo de demencia y deterioro cognitivo», señala Mª Mar Freijo.
«Pero es que también sabemos que casi el 90% de los casos de ictus se podrían evitar con un correcto control de los factores de riesgo vascular y con un estilo de vida saludable. Es decir, si además de controlar la hipertensión, el colesterol y la diabetes, mantenemos una alimentación equilibrada, evitamos el tabaco y el consumo excesivo de alcohol, y practicamos ejercicio de forma regular, estaremos reduciendo enormemente la probabilidad de sufrir un ictus», añade.
Desde la SEN se recalca que el ictus no es exclusivo de personas mayores, ya que hasta un 20% de los casos ocurren en menores de 50 años. La incidencia del ictus está en aumento entre los adultos jóvenes debido a estilos de vida poco saludables. «Por lo tanto consideramos esenciales tanto la prevención, como la educación. La educación sanitaria desde edades tempranas y las campañas de concienciación continuadas son esenciales para revertir esta tendencia de cifras cada vez más alarmantes», destaca la doctora.
















