Celia García Malo, coordinadora del Grupo de Estudio de Trastornos de la Vigilia y Sueño de la Sociedad Española de Neurología (SEN), ha subrayado cómo el síndrome de piernas inquietas deteriora significativamente la calidad de vida, afectando a cerca del 60% de los pacientes que experimentan dificultades para sentarse o relajarse.
En el contexto del Día Mundial del Síndrome de Piernas Inquietas, se estima que más de dos millones de españoles padecen esta condición neurológica, y hasta un 90% podría estar sin diagnosticar. Esta patología se manifiesta por una imperiosa necesidad de mover las piernas debido a sensaciones de hormigueo, picor o dolor, que suelen empeorar en periodos de reposo y mejoran momentáneamente con el movimiento.
Los síntomas, que se intensifican por las tardes y noches, complican el inicio y la calidad del sueño. García Malo ha explicado que esta condición es una causa «sumamente común» de insomnio o sueño de mala calidad que no responde a los tratamientos hipnóticos habituales, y que ciertos medicamentos pueden incluso agravar estos síntomas.
La enfermedad puede presentarse a cualquier edad, aunque es más común en adultos, afectando hasta al 10% de esta población. En niños, la prevalencia es alrededor del 4%, pero se detecta menos debido a la sutileza y esporadicidad inicial de los síntomas. La prevalencia del síndrome es doble en mujeres, especialmente en situaciones de déficit de hierro como el embarazo o menstruaciones abundantes, aunque no es el único factor relevante.
Se ha encontrado que aproximadamente el 65% de los pacientes tienen un historial familiar de esta patología. También se relaciona con otras condiciones como la insuficiencia renal crónica y la diabetes. En términos de tratamiento, existen varias opciones eficaces de medicación, incluida la suplementación con hierro cuando es pertinente, proporcionando una mejora considerable en la calidad de vida y el descanso nocturno de los pacientes, según ha destacado García.
Como es una enfermedad crónica, es crucial un seguimiento continuo por parte de un neurólogo para ajustar el tratamiento según la evolución de la enfermedad, que tiende a fluctuar.










