Alerta de la OMS sobre el aumento de casos y fallecimientos por malaria en 2024

La OMS prevé un incremento en los casos y muertes por malaria en 2024, especialmente en África, a pesar de los esfuerzos globales.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha alertado de que, en comparación con los datos de 2023, se espera un aumento del 3% en los casos (282 millones) y un 2% en las muertes (610.000) por malaria a nivel global durante 2024. África sigue siendo el continente más afectado, soportando el 95% del total de casos de esta enfermedad, que es tanto prevenible como curable.

«Las intervenciones han contribuido a salvar 14 millones de vidas en todo el mundo entre 2000 y 2024. Cabe recordar que la malaria puede eliminarse en algunos países (…) Hasta la fecha, 47 países y un territorio han sido certificados como libres de malaria. Sin embargo, a pesar de todas estas buenas noticias, aún hay personas muriendo a causa de una enfermedad prevenible y curable», ha declarado Daniel Ngamije, director de Malaria y Enfermedades Tropicales Desatendidas de la OMS, en una conferencia de prensa.

Acciones como la administración de medicamentos antipalúdicos eficientes, una vigilancia robusta, la implicación comunitaria, el compromiso político y una financiación nacional sostenida han permitido prevenir más de 170 millones de infecciones y salvar más de un millón de vidas en 2024, aunque también han influido otros factores como la mejora del estatus socioeconómico y la urbanización de ciertos lugares.

La estrategia global de la OMS busca reducir la incidencia de casos de malaria y las tasas de mortalidad en al menos un 75% para 2025 y un 90% para 2030, en comparación con los niveles de 2015. Sin embargo, estos objetivos están «lejos de cumplirse», con una tasa de incidencia en 2024 de 64 casos por cada 1.000 habitantes, mucho mayor que el objetivo de 18 casos por cada 1.000 habitantes; y una tasa de mortalidad de 13,8 muertes por cada 100.000 habitantes, «más del triple» de la meta establecida.

Los principales factores que han contribuido a este aumento están relacionados con desafíos técnicos, sistémicos, ambientales y financieros, como la deficiente prestación de servicios y vigilancia, la resistencia emergente a los medicamentos antipalúdicos, las resistencias al diagnóstico, a los insecticidas, la presión agravada por los conflictos, el cambio climático y la escasez de financiación internacional para los programas.

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