Avances en el tratamiento del carcinoma escamoso cutáneo mediante terapia fotodinámica

Investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid, el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa (CSIC-UAM) y el Instituto Ramón y Cajal de Investigación Sanitaria han desarrollado una técnica innovadora para combatir el carcinoma cutáneo de células escamosas, mejorando la efectividad de un tratamiento no invasivo como la terapia fotodinámica.

Este método implica la administración de un compuesto fotosensibilizador a las células cancerosas, seguido de su exposición a una luz de longitud de onda particular, generando una reacción que afecta a las células del tumor pero conservando de forma más efectiva la estética de la piel. A pesar de sus beneficios, esta técnica todavía enfrenta desafíos, incluyendo la resistencia al tratamiento por parte de las células tumorales.

Según se detalla en un artículo de la revista ‘International Journal of Biological Sciences’, la sinergia entre la terapia fotodinámica y medicamentos como la N-acetilcisteína y el raloxifeno, muestra una respuesta terapéutica mejorada. Estos fármacos son conocidos por su uso en el tratamiento de enfermedades respiratorias y prevención de la osteoporosis, respectivamente.

La estrategia innovadora propuesta disminuye la producción de TGF-beta1, una molécula clave en la resistencia al tratamiento, induciendo un estado de ‘hibernación’ en las células cancerosas. Este estado, llamado quiescencia, impide la división celular temporal, haciéndolas menos susceptibles a la terapia fotodinámica, que es más efectiva en células activas y en crecimiento.

«En este estudio, revelamos el potencial de la N-acetilcisteína y el raloxifeno como tratamiento de apoyo para mejorar la terapia fotodinámica del carcinoma escamoso de piel», destacó Elisa Carrasco, líder del estudio e investigadora del Centro de Biología Molecular y profesora en la Universidad Autónoma de Madrid. Posteriormente, explicó que ambos medicamentos reducen los niveles de TGF-beta1 en modelos celulares y animales, actuando sobre la proteína endoglina, que influye en los fibroblastos asociados al cáncer, revertiendo así la ‘hibernación’ y la resistencia del tumor, elevando la eficacia del tratamiento.

Carrasco también señaló la posibilidad de que TGF-beta1 pueda ser utilizado como un marcador para predecir la respuesta al tratamiento, abriendo la vía a terapias más personalizadas para pacientes afectados por este tipo de cáncer.

Los investigadores subrayan que estos descubrimientos refuerzan la perspectiva de que adaptar la terapia a las características biológicas específicas de cada tumor puede incrementar su efectividad, y sugieren nuevas vías para tratamientos personalizados en el carcinoma escamoso cutáneo.

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