El 68% de las defunciones a causa del calor extremo en Europa durante el verano son consecuencia del cambio climático, según un análisis realizado por prestigiosas instituciones como el Imperial College de Londres (Reino Unido), la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres (Reino Unido), la Universidad de Berna (Suiza), el Real Instituto Meteorológico de los Países Bajos y la Universidad de Copenhague (Dinamarca).
El incremento de hasta 3,6 grados en las temperaturas medias ha resultado en la pérdida de 24.400 vidas en 854 ciudades europeas estudiadas. De estas muertes, aproximadamente 16.500 podrían haberse evitado sin el aumento de las temperaturas, causado por la quema de combustibles fósiles y la deforestación, según destacaron los investigadores.
Además, recalcaron que el número de muertes reportado es ‘solo una instantánea’ del total real, ya que la investigación cubrió cerca del 30% de la población europea. Subrayaron la importancia de considerar que la mayoría de las muertes relacionadas con el calor no se reportan, y que problemas de salud como los cardíacos, respiratorios o renales empeoran con el calor.
Entre los países más afectados este verano, Italia encabeza la lista con 4.597 muertes, seguida de España con 2.841 y Alemania con 1.477. Las ciudades más impactadas han sido Roma, Atenas y París, con 835, 630 y 409 muertes estimadas respectivamente.
Madrid se destaca por tener una de las mayores proporciones de muertes atribuibles al cambio climático, con un 93%, solo superada por Estocolmo con un 97%. ‘Este estudio demuestra por qué es tan urgente dejar de quemar petróleo, gas y carbón. Hoy, con solo 1,3 grados de calentamiento, miles ya mueren por fenómenos meteorológicos exacerbados por el cambio climático. Este siglo podríamos alcanzar hasta 3 grados, lo que traerá un calor estival mucho más intenso y mortal’, declaró Friederike Otto, del Centro de Política Ambiental del Imperial College de Londres.
LAS PERSONAS MAYORES DE 65 AÑOS, LAS MÁS VULNERABLES
El estudio también enfatiza la vulnerabilidad de las personas mayores de 65 años, que representan el 85% del exceso de muertes. ‘Esto amenazará la vida de las personas mayores y sobrecargará los sistemas de salud. Se necesitan políticas para que las ciudades sean más resilientes al calor extremo’, señalaron los investigadores.
Propusieron aumentar los espacios verdes y azules como un recurso vital durante el calor extremo, especialmente en comunidades de bajos ingresos. Además, advirtieron sobre la vulnerabilidad de las ciudades a las olas de calor debido a la acumulación de calor por superficies de hormigón y asfalto, y la generación de calor por el transporte y el consumo de energía.
‘A pesar de ser el tipo de clima extremo más mortal, el calor se ha subestimado durante mucho tiempo como riesgo para la salud pública. Incluso este verano, con temperaturas superiores a los 40 grados, la gente sigue trabajando al aire libre. Nadie esperaría que alguien arriesgara su vida trabajando bajo lluvias torrenciales o vientos huracanados, pero el calor peligroso todavía se trata con demasiada ligereza’, concluyó el doctor Garyfallos Konstantinoudis, del Instituto Grantham de Cambio Climático y Medio Ambiente del Imperial College de Londres.