Entre los jóvenes de 14 a 18 años, el uso continuo de cannabis ha experimentado una reducción del 9,5% en las últimas dos décadas, disminuyendo de un 25,1% en 2004 a un 15,6% en 2023, conforme a los datos proporcionados por el Ministerio de Sanidad.
Es relevante mencionar que el año 2004 marcó el pico máximo de consumo de esta sustancia entre los adolescentes, con un 42,7% de los encuestados indicando haberlo probado alguna vez en su vida, cifra que para 2023 se contrajo al 26,9%, siendo esta la prevalencia más baja desde 1998, cuando se alcanzó un 29,5%.
Desde el Ministerio de Sanidad sugieren que esta tendencia podría estar asociada a una «transformación» en los patrones de conducta y en la percepción de riesgo entre los jóvenes, posiblemente influenciada por campañas de prevención, cambios en el entorno social y una mayor conciencia sobre los efectos negativos de la sustancia psicoactiva ilegal más consumida en este grupo etario.
Además, no se puede ignorar el posible impacto de otros factores socioculturales, como el surgimiento de nuevas sustancias psicoactivas o el desplazamiento hacia productos considerados menos dañinos, lo que podría estar modificando las tendencias de consumo entre los adolescentes.
Contrastando con los jóvenes, el consumo de cannabis entre los adultos muestra una estabilidad, manteniéndose en un 12,6% de personas entre 15 y 64 años que lo han usado en el último mes, una cifra que ha permanecido constante en los últimos años.
En cambio, la proporción de personas que han consumido cannabis alguna vez en su vida ha seguido aumentando desde 2011 (27,4%) hasta alcanzar un 43,7% en 2023, registrando el valor «máximo» en una serie histórica que comienza en 1995, cuando este porcentaje era del 14,5%.
En lo que respecta al consumo diario, un 2,5% de la población ha admitido hacerlo, lo que representa una ligera disminución respecto a 2020 (2,9%) y 2022 (2,8%).
PRESENCIA EN EL 46,2% DE LOS EPISODIOS DE URGENCIAS POR SUSTANCIAS
El informe también señala que el cannabis constituye el 46,2% de los incidentes de urgencias hospitalarias por consumo de sustancias psicoactivas.
Asimismo, ha sido responsable del 27,4% de las admisiones a tratamiento por drogodependencias, siendo la segunda sustancia tras la cocaína; el 93,5% de los menores de edad que inician tratamiento por drogas ilegales lo hacen por consumo de cannabis.
El documento también destaca un «notable incremento» en 2023 de la concentración de tetrahidrocannabinol (THC), principal compuesto psicoactivo del cannabis, alcanzando el 29% de peso en muestras de resina (hachís) y el 12,6% en hierba, cifras «muy superiores» a las registradas en décadas anteriores, lo que se asocia con un aumento del riesgo de padecer trastornos mentales, problemas cardiovasculares y dependencia.
Del mismo modo, se advierte sobre la aparición de nuevas modalidades de consumo, como comestibles y líquidos para vapeadores, así como la proliferación de cannabinoides sintéticos, cuya «rápida» aparición y variabilidad química complican su regulación y evaluación de riesgos.
Aunque el consumo de cannabis es mayormente en hombres y jóvenes, se observa una creciente igualdad en el consumo entre ambos sexos en menores de edad.
«Las altas prevalencias de consumo de esta sustancia tanto en población general como en población de estudiantes, se refleja en un aumento de las denuncias por consumo o tenencia ilícita de cannabis y un aumento de las detenciones por tráfico de drogas que en 2023 han alcanzado su máximo histórico», indica el informe.