La colangitis biliar primaria (CBP), una patología hepática crónica de origen autoinmune, supone un desembolso económico anual de 13,2 millones de euros para el Sistema Nacional de Salud (SNS), de acuerdo con el análisis ‘Economic burden analysis of Primary Biliary Cholangitis in Spain’, divulgado por Gilead Sciences durante el congreso ISPOR Europe 2025, que tuvo lugar del 9 al 12 de noviembre en Glasgow (Reino Unido).
El estudio, efectuado por un grupo de especialistas y fundamentado en cifras nacionales, indica que el gasto anual es principalmente elevado debido a las complicaciones hepáticas, que demandan un tratamiento más intensivo y de mayor coste. Los afectados por CBP se encuentran en distintas fases de la afección: desde aquellos sin complicaciones, cuyo coste anual es comparativamente bajo, hasta aquellos que experimentan síntomas y complicaciones hepáticas o extrahepáticas, como cirrosis y trasplante hepático, incrementando significativamente la carga económica.
«La principal clave para reducir los costes sanitarios asociados es identificar y tratar la enfermedad de forma temprana, evitando que progrese hacia fases avanzadas que requieren intervenciones más complejas y costosas, como hospitalizaciones, manejo de complicaciones hepáticas o incluso trasplante», señala el doctor Javier Ampuero, experto en patologías hepáticas y líder de la investigación.
Esta variabilidad en los costes destaca la complejidad de la enfermedad y enfatiza la necesidad de un diagnóstico precoz y un tratamiento efectivo para reducir tanto el impacto en la salud de los pacientes como los gastos en atención médica. Además, «detectar la enfermedad a tiempo se traduce en mejores resultados clínicos, un pronóstico más favorable y una mayor capacidad del paciente para mantener sus actividades cotidianas», añade el doctor.
La CBP es una enfermedad poco común de los conductos biliares, afectando a aproximadamente 15 de cada 100.000 personas en Europa, siendo más prevalente en mujeres. Sus síntomas más habituales son el prurito y la fatiga, que pueden ser incapacitantes en algunos casos.
Actualmente, no hay cura para la CBP, por lo que los tratamientos se enfocan en ralentizar la evolución de la enfermedad y aliviar los síntomas relacionados con la colestasis, como el prurito colestásico. El impacto de la CBP en la calidad de vida de los pacientes es considerable, afectando significativamente su vida diaria y aumentando la carga económica de la enfermedad.
«Iniciar el tratamiento adecuado de manera temprana no solo reduce el uso de recursos sanitarios, sino que también mejora el pronóstico y la calidad de vida al frenar el daño hepático y prevenir complicaciones», concluye el doctor Ampuero, subrayando la importancia del diagnóstico precoz y de los tratamientos efectivos para contener la progresión de la CBP y, por ende, la carga clínica y económica vinculadas.