Un grupo de científicos liderado por el IMDEA Nutrición en Madrid ha descubierto que la molécula miR-7, de pequeño tamaño, puede afectar diversos mecanismos celulares y reprimir el avance del glioblastoma multiforme, el tipo de tumor cerebral más agresivo y con peores expectativas de recuperación.
Los hallazgos de esta investigación, realizada en conjunto con el IMIBIC/Universidad de Córdoba, podrían facilitar el desarrollo de tratamientos personalizados y herramientas para el diagnóstico y seguimiento del cáncer.
En estudios preclínicos, se ha comprobado que aumentar la presencia de este microRNA en tumores ya existentes, replicando la condición de pacientes al ser diagnosticados, resulta en una disminución notable de su tamaño y progresión, atacando múltiples puntos críticos a la vez.
Adicionalmente, miR-7 perturba el metabolismo del tumor, complicando su capacidad energética y modula la autofagia, un sistema de reciclaje que les ayuda a sobrevivir. «Uno de los hallazgos más significativos de nuestro estudio es que esta molécula es capaz de modificar el entorno físico del tumor, afectando a lo que conocemos como matriz extracelular, una especie de andamiaje que rodea y sostiene a las células tumorales y que les facilita moverse y expandirse, es decir, hacerse más grandes. Al alterar esa arquitectura externa, hemos observado que miR-7 dificulta la progresión del tumor y que este se disemine», ha señalado la doctora Cristina M. Ramírez, quien dirige el Grupo de Regulación Postranscripcional de Enfermedades Metabólicas en IMDEA Nutrición.
«Lo que queremos determinar es si esta estrategia combinada mejora la eficacia terapéutica y podría suponer un avance significativo frente a las limitaciones del tratamiento convencional», señalan tanto la doctora Ramírez como el doctor Raúl M. Luque, jefe del Grupo de OncObesidad y Metabolismo del IMIBIC/Universidad de Córdoba.
Los resultados de este estudio han sido publicados en el ‘Journal of Experimental & Clinical Cancer Research’, abriendo posibilidades para el tratamiento de una enfermedad con un mal pronóstico actualmente.
El miR-7 es parte esencial del genoma humano, considerado antes como materia oscura del ADN porque no codifica proteínas. Su descubrimiento, que mereció el Premio Nobel de Medicina el año pasado, ha sido fundamental en la biología moderna y la medicina por su rol en la regulación genética.
Finalmente, los investigadores de IMDEA Nutrición y el IMIBIC recalcan que «es una prueba más de la acción multifacética de miR-7 en la regulación ciertos procesos celulares que juegan un papel clave en diversas enfermedades humanas, como el glioblastoma. De ahí que sea fundamental investigar nuevas estrategias que sirvan para futuras terapias innovadoras que puedan mejorar la calidad de vida de los pacientes y su pronóstico».