Se ha realizado un estudio anatómico sobre una serie de canales minúsculos en el cráneo humano que podrían ser fundamentales para la salud del cerebro. La investigación, que fue publicada en la revista ‘American Journal of Biological Anthropology’, analizó 94 cráneos humanos del norte de España, datados a mediados del siglo XX.
El estudio fue dirigido por Emiliano Bruner, del Museo Nacional de Ciencias Naturales-CSIC, utilizando métodos de observación directa en huesos. Esta investigación proporcionó la primera descripción morfológica y cuantitativa de estos canales, conocidos como microforámenes.
Hasta ahora, estos solo se habían observado mediante técnicas avanzadas de imagen médica, pero este análisis permitió identificar y catalogar su existencia, tamaño y distribución con un nivel de detalle nunca antes visto.
Los microforámenes son conductos vasculares diminutos, de entre 0,03 y 2 milímetros, que atraviesan los huesos craneales desde su capa interna hasta la superficie en contacto con las meninges. «La presencia de estos canales se mencionó en la literatura científica en los años 90, y hace tres años se reveló que estaban implicados en la respuesta inmunitaria e inflamatoria del cerebro, pero hasta hoy no teníamos una descripción formal de su apariencia, tamaño y distribución en el cráneo humano», explica Emiliano Bruner.
UNA ANATOMÍA VASCULAR POCO CONOCIDA
Anteriormente, estas estructuras se habían detectado solo mediante histología o tomografía computerizada. Ahora, este estudio ofrece una descripción detallada de su morfología y distribución a través de la observación directa con herramientas simples como lupas.
Bruner observó que la distribución de estos microcanales varía significativamente entre individuos, donde algunos cráneos mostraban solo unos pocos, mientras que otros tenían cientos. Además, «las variaciones individuales son notables, y cada sujeto tiene un patrón único en términos de tamaño y distribución de los microcanales», señala el investigador.
Las áreas con mayor densidad de estas estructuras se encuentran en la parte posterior de los huesos parietales y a lo largo de la sutura sagital. También se observaron numerosos microconductos en las áreas por donde pasan las arterias meníngeas medias.
Aunque aún no se conoce completamente la función de estos microcanales, se barajan varias hipótesis basadas en su ubicación y conexiones con el sistema vascular del cráneo. Una posibilidad es que faciliten el movimiento de células inmunitarias desde la médula ósea hasta el cerebro, contribuyendo a la respuesta ante infecciones o inflamaciones.
También podrían ayudar en la regulación de la temperatura cerebral o estar implicados en el sistema glinfático, responsable de eliminar toxinas durante el sueño. «La respuesta inflamatoria del cerebro se relaciona con enfermedades como el Alzheimer, el ictus o la depresión», indica Bruner.
UNA ESTRUCTURA CON MILLONES DE AÑOS
Este descubrimiento tiene implicaciones no solo para la medicina moderna, sino también para la antropología y la evolución humana, ya que estructuras similares han sido observadas en fósiles de Homo antecessor y neandertales. Esto indica que han sido importantes durante miles de años.
«La primera vez que estas estructuras llamaron mi atención fue en 2017, cuando las detecté en un fósil de la Gran Dolina de Atapuerca, datado en 800.000 años, pero llevo veinticinco años estudiando el sistema craneovascular, y estoy especialmente orgulloso de haber realizado esta primera descripción anatómica de los microforamina (microcanales), porque abre muchas posibilidades para el estudio evolutivo, pero también para aplicaciones médicas», añade Bruner.
IMPLICACIONES FUTURAS Y NUEVAS LÍNEAS DE ESTUDIO
Este hallazgo inaugura nuevas líneas de investigación en neurociencia, anatomía y paleontología. Emiliano Bruner enfatiza la necesidad de estudiar estas microforaminas con tecnologías avanzadas para entender mejor su rol en la salud y la enfermedad.
«El trabajo ahora está en ahondar en las posibles diferencias que existan dentro de nuestra especie, pero también en analizar cómo han evolucionado estas estructuras revisando el registro fósil del género humano. El reto es tan abrumador como emocionante», concluye Bruner.
Este descubrimiento podría ser clave para comprender mejor el funcionamiento y la evolución del cerebro humano. «El posible significado médico es, sencillamente, enorme», finaliza Emiliano Bruner.
