Amamantar de manera exclusiva durante el primer mes de vida puede tener un impacto protector contra el surgimiento de bacterias con genes resistentes a los antibióticos, de acuerdo con los hallazgos de un estudio internacional encabezado por el Instituto de Agroquímica y Tecnología de Alimentos (IATA), perteneciente al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
Publicado en ‘Nature Communications’, el estudio señala que la lactancia materna induce transformaciones en la composición de la microbiota intestinal de los infantes, promoviendo la proliferación de bifidobacterias. Estos microorganismos están vinculados a una menor presencia de genes resistentes a los antibióticos y otros patógenos.
Para llevar a cabo la investigación, el equipo científico recolectó muestras fecales de 66 infantes y sus madres a lo largo del primer año de vida, todas parte de la cohorte ‘MAMI’ de la Comunidad Valenciana, que son monitoreados desde su nacimiento hasta los seis años para analizar la evolución de la microbiota infantil, bajo la dirección del CSIC y el Servicio de Pediatría del Hospital Clínico Universitario de València.
Mediante el uso de análisis metagenómicos combinados con datos clínicos y de crecimiento infantil, los resultados destacan el papel beneficioso de la lactancia para las bacterias ‘Bifidobacterium’ y, por ende, en la protección contra la resistencia a los antibióticos. Mª Carmen Collado, investigadora del IATA-CSIC y líder del estudio, mencionó que «una alta presencia de estas bacterias se asocia con un conjunto de genes del microbioma que confieren resistencia a los antimicrobianos, mientras que su escasez se relaciona con la presencia de microorganismos potencialmente patógenos».
IMPACTO DE LA CESÁREA EN LA MICROBIOTA
Adicionalmente, el estudio encontró que el crecimiento de bifidobacterias asociado a la lactancia exclusiva podría mitigar los efectos negativos del nacimiento por cesárea, que afecta la transferencia natural de bacterias beneficiosas y conlleva una exposición temprana a antibióticos, potenciando la emergencia de bacterias resistentes. Los bebés nacidos por cesárea y alimentados exclusivamente con leche materna durante el primer mes mostraron una menor cantidad de genes asociados a la resistencia antimicrobiana en comparación con aquellos que no fueron amamantados, y similar a los nacidos por parto vaginal.
Por otro lado, interrumpir la lactancia antes de los seis meses recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) se vinculó con un incremento sostenido de genes relacionados con la resistencia a los antibióticos, complicando el tratamiento de futuras infecciones. «Nuestros resultados muestran que la lactancia exclusiva no solo beneficia al bebé en el presente, sino que también tiene implicaciones duraderas en su salud intestinal a largo plazo», destacó Anna Samarra, investigadora predoctoral del grupo Mainbiotics en el IATA-CSIC y primera autora.
Este estudio fue liderado por el laboratorio Mainbiotics del grupo de Bacterias lácticas y probióticos del IATA-CSIC, en colaboración con el Instituto de Biología Funcional y Genómica (IBFG, CSIC-Universidad de Salamanca), el Instituto de Biomedicina Valencia (IBV-CSIC) y otras instituciones de España e Italia, con financiación de proyectos europeos y nacionales.















