El doctor José Luis de la Pompa, del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) y CIBER CV, resalta la relevancia de la colaboración internacional en el estudio ‘The Placenta in Maternal and Fetal Cardiovascular Health and Disease’ para comprender la influencia de la placenta en la salud cardiovascular materno-infantil.
Este órgano vital durante la gestación no solo provee nutrientes al feto, sino que también juega un papel crucial en la adaptación del cuerpo de la madre a las demandas del embarazo. Su adecuada función es fundamental para la salud cardiaca de madre e hijo, afectando no solo durante la gestación sino también a largo plazo.
«Cuando la placenta falla, pueden aparecer complicaciones graves, como enfermedades cardiovasculares en la madre o defectos cardíacos congénitos en el bebé», explicó De la Pompa.
Con financiación de la Fundación Leducq, el proyecto busca esclarecer los procesos moleculares y celulares que relacionan la placenta con la salud cardiovascular. Utiliza técnicas genéticas avanzadas en modelos animales y el análisis de tejidos humanos y datos genómicos para identificar nuevos caminos patogénicos que expliquen cómo los trastornos placentarios pueden llevar a enfermedades cardíacas o defectos congénitos.
«Este proyecto se centra en los orígenes de las enfermedades cardíacas, especialmente en cómo pueden comenzar durante el embarazo, en lugar de manifestarse más adelante en la vida como se ha creído tradicionalmente. Nuestros hallazgos sugieren que una placenta defectuosa puede provocar malformaciones cardíacas congénitas en el bebé. Es un concepto relativamente nuevo, ya que se asume que los defectos cardíacos se originan en el propio corazón, no en un órgano distante como la placenta», asegura el doctor Ananth Karumanchi, del Cedars-Sinai Medical Center (EEUU), coordinador del proyecto junto al doctor Didier Stainier en el Max Planck Institute for Heart and Lung Research (Alemania).
Además, Karumanchi anunció que ya se han identificado media docena de genes implicados en el llamado eje placenta-corazón, cuya alteración en la placenta puede provocar malformaciones cardíacas en el feto. También se ha descubierto que ciertas vías de señalización, como la del factor de crecimiento similar a la insulina, son cruciales para la salud cardiovascular materna. En embarazos con preeclampsia, una molécula parece bloquear esta vía, lo que podría explicar el daño vascular a largo plazo en las mujeres afectadas.
«Estamos estudiando cómo una placenta enferma puede secretar factores que dañan los vasos sanguíneos de la madre, contribuyendo a problemas como infartos prematuros, accidentes cerebrovasculares o demencia vascular. Esto podría representar un nuevo factor de riesgo independiente para la enfermedad cardíaca en mujeres, incluso superior al tabaquismo en algunos casos», añade Karumanchi.
Los investigadores esperan publicar una docena de artículos científicos derivados del proyecto, así como desarrollar herramientas genéticas que permitan manipular genes específicos en células placentarias, lo que será un recurso valioso para la comunidad científica.
«Uno de los mensajes clínicos más importantes es que los médicos deberían preguntar a las mujeres sobre su historial de embarazo en los chequeos anuales. Complicaciones como la preeclampsia o el retraso del crecimiento fetal pueden ser predictores potentes de problemas cardiovasculares futuros, y deben tratarse con la misma seriedad que el colesterol o la hipertensión», destaca Karumanchi.
«El objetivo final de ‘PlacHeart’ es claro, prevenir y tratar de forma más eficaz las enfermedades cardiovasculares asociadas a la disfunción placentaria, mejorando la salud de madres e hijos en todo el mundo», concluye De la Pompa.