Un grupo de científicos del CIBER en el área de Enfermedades Hepáticas y Digestivas del IIBB-CSIC-IDIBAPS ha hallado que la acumulación de colesterol en el hígado, junto con una alta expresión de los genes SREBF2 y HMGCR, es indicativo de posibles complicaciones, rechazo del injerto e incluso mortalidad en pacientes post-trasplante hepático.
Publicado en la revista ‘Journal of Lipid Research’, el estudio sugiere que estos marcadores pueden ser útiles para evaluar qué hígados grasos son viables para el trasplante, lo cual podría incrementar el aprovechamiento de órganos que normalmente serían descartados.
“Estos descubrimientos tienen el potencial de ser revolucionarios en la práctica clínica del trasplante hepático y podrían traducirse en una expansión del uso de injertos con hígado graso marginal, garantizando un resultado seguro para el receptor”, destacaron Carmen García Ruiz y José C. Fernández-Checa, coordinadores del estudio.
Además, el análisis de biopsias de 174 pacientes antes y después del trasplante ha permitido relacionar los perfiles lipídicos y la expresión de genes metabólicos con la supervivencia y evolución clínica durante el primer año postoperatorio. Se observó que los niveles de colesterol se mantienen estables, mientras que los valores elevados de otros lípidos, como los triglicéridos, aumentan el riesgo de complicaciones iniciales.
El aumento en la expresión de SREBF2 y HMGCR previo a la cirugía también se asoció con un incremento en la mortalidad y pérdida del órgano, siendo SREBF2 un factor especialmente crítico.
El trasplante hepático es vital para tratar enfermedades hepáticas terminales como el hígado graso, prevalente en el 25% de la población global y hasta el 80% de individuos obesos, resaltando la importancia de identificar parámetros que aseguren el éxito del trasplante.