Una rutina de sueño estable puede ser clave en la mejora de pacientes con insuficiencia cardíaca, de acuerdo con una investigación liderada por la Universidad de Salud y Ciencias de Oregón (EEUU).
El estudio, difundido en ‘JACC Advances’, indica que un patrón de sueño incluso moderadamente irregular puede duplicar la posibilidad de enfrentar un nuevo evento clínico en seis meses, lo que podría resultar en visitas de emergencia, hospitalizaciones o incluso la muerte.
Los científicos analizaron a 32 pacientes que fueron ingresados por insuficiencia cardíaca aguda descompensada en el Hospital OHSU y el Centro Médico Hillsboro desde septiembre de 2022 hasta octubre de 2023. Durante una semana después de ser dados de alta, los pacientes llevaron un registro de sus horas de sueño nocturno, el despertar matutino y las siestas diurnas. Posteriormente, se clasificaron como durmientes regulares o moderadamente irregulares, basados en sus patrones de sueño.
De los 21 participantes que experimentaron un evento clínico en el semestre posterior al alta, 13 eran durmientes moderadamente irregulares, frente a ocho que mantenían un horario regular de sueño. Esto demuestra que aquellos con sueño irregular tenían más del doble de probabilidades de sufrir un evento en ese lapso.
«Cuando dormimos y descansamos, nuestra presión arterial y frecuencia cardíaca disminuyen en comparación con los niveles diurnos», explica Brooke Shafer, profesora adjunta de investigación del Laboratorio de Sueño, Cronobiología y Salud de la Facultad de Enfermería de OHSU. «Sin embargo, la variabilidad en el horario de sueño puede alterar los mecanismos que regulan el sistema cardiovascular. Un sueño irregular puede contribuir a resultados adversos, especialmente en personas que ya padecen insuficiencia cardíaca», añade.
Finalmente, los investigadores sugieren que «mejorar la regularidad del sueño puede ser un enfoque terapéutico de bajo costo para mitigar los eventos adversos en adultos con insuficiencia cardíaca». Además, proponen expandir el estudio a una muestra más amplia de individuos y evaluar si la mejora en la regularidad del sueño reduce el riesgo de otro evento clínico.