El Consejo General de Colegios Farmacéuticos ha identificado que algunos antibióticos, ciertos antiinflamatorios no esteroideos (AINE) y algunos agentes quimioterapéuticos, son los medicamentos más vinculados con reacciones alérgicas frecuentes.
Durante la Semana Mundial de la Alergia, se ha hecho hincapié en que, aunque cualquier fármaco puede desencadenar efectos adversos alérgicos, existen algunos que muestran una mayor tendencia a causar estas reacciones, las cuales afectan solo a un pequeño porcentaje de los pacientes tratados.
Se ha destacado que las reacciones alérgicas a medicamentos pueden ser raras, afectando entre el 0,01 y el 0,1 por ciento de los pacientes, o muy raras, afectando a menos del 0,01 por ciento. Ante la menor sospecha de una reacción, incluso leve, es crucial consultar a un profesional de la salud.
En relación a los antibióticos betalactámicos, como las penicilinas o cefalosporinas, pueden desencadenar reacciones de hipersensibilidad inmediata tales como urticaria, angioedema o anafilaxia. Además, los pacientes alérgicos a penicilinas, como amoxicilina o cloxacilina, suelen tener alergias cruzadas a otros antibióticos betalactámicos como cefuroxima, cefixima o ceftriaxona.
Las sulfonamidas pueden causar reacciones cutáneas severas, mientras que los AINEs, incluyendo el ácido acetilsalicílico y el ibuprofeno, pueden provocar urticaria, angioedema, anafilaxia y exacerbación del asma. Algunos agentes de quimioterapia también pueden desencadenar reacciones alérgicas de leves a graves.
Además, los excipientes de los medicamentos, como la proteína de huevo presente en algunas vacunas, también pueden ser un factor de riesgo. Aunque la cantidad de estas sustancias es mínima y generalmente no representan una contraindicación para personas alérgicas al huevo, es importante que las personas alérgicas informen a su médico antes de recibir tratamiento.
CÓMO ACTUAR ANTE LAS REACCIONES
Las formas más leves de reacciones alérgicas a medicamentos incluyen dermatitis de contacto, erupción maculopapular y prurito. Las reacciones graves, que ponen en riesgo la vida del paciente y requieren atención urgente, pueden manifestarse como urticaria severa, broncoespasmo, hipotensión, desmayos, dificultad respiratoria o hinchazón de labios y lengua.
El abordaje terapéutico varía según la gravedad de los síntomas. Si la reacción es leve, bastará con evitar el medicamento y consultar al médico para buscar alternativas de tratamiento. En algunos casos, se pueden usar antihistamínicos para aliviar los síntomas. Para síntomas moderados o graves, o aquellos que no mejoren con antihistamínicos, se puede requerir el uso de corticoides por vía sistémica (oral o parenteral) o tópica, especialmente si la reacción es cutánea y localizada.
En situaciones de anafilaxia, se administra adrenalina por vía intramuscular, lo que ayuda a recuperar rápidamente la presión arterial y prevenir el angioedema y el cierre de la glotis, que podría causar asfixia si no se trata a tiempo.
PRUEBAS DIAGNÓSTICAS
Las pruebas alérgicas son herramientas diagnósticas sensibles y seguras, utilizadas para identificar a qué sustancias, incluidos los medicamentos, es sensible una persona. Estas pruebas son esenciales sobre todo si se sospecha de una patología alérgica persistente o grave y deben realizarse con cautela en individuos altamente sensibles.
La prueba de ‘prick-test’ es la más común en clínica para investigar alergias mediadas por la reacción de hipersensibilidad inmediata (IgE). Las pruebas de provocación, que implican la administración controlada de dosis crecientes de sustancias ‘sospechosas’, complementan la información obtenida de la entrevista clínica y las pruebas alérgicas ‘in vivo’.










