El doctor Javier Crespo, destacado miembro de la Sociedad Española de Patología Digestiva (SEPD) y director científico de la Cohorte Cantabria, ha destacado recientemente que la consulta de Aparato Digestivo constituye un “punto de entrada privilegiado” en la detección, caracterización y manejo de la obesidad, especialmente por su conexión con otras enfermedades como la diabetes tipo 2, las patologías cardiovasculares y ciertos tipos de cáncer.
La obesidad incide en diversos órganos del sistema digestivo por medio de inflamación crónica de bajo grado, resistencia a la insulina y alteraciones en la microbiota intestinal, jugando un rol “determinante” en el desarrollo y pronóstico de afecciones digestivas severas como la esteatosis hepática metabólica, cánceres digestivos y la enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE), entre otros trastornos gastrointestinales.
Por estas razones, la SEPD ha emitido un documento en la ‘Revista Española de Enfermedades Digestivas (REED)’, resaltando la relevancia del especialista en Digestivo en el tratamiento de estos pacientes, desde el cribado hasta el tratamiento integral.
UNA ENFERMEDAD “POCO ABORDADA” EN LA PRÁCTICA CLÍNICA
A pesar de su impacto en la salud pública, la obesidad sigue siendo “poco abordada” en el ámbito clínico, requiriendo un enfoque multidisciplinar con el Aparato Digestivo a la vanguardia, según la evidencia científica. Crespo enfatiza la necesidad de “ser proactivos en la prevención, el diagnóstico precoz, la estratificación fenotípica y la integración de terapias innovadoras”, destacando que la obesidad “no es una elección individual” sino una enfermedad compleja que necesita un manejo “empático, preciso y libre de estigmas”.
Este enfoque multidisciplinar no solo beneficia a los pacientes, sino también puede reducir los costes de salud relacionados con el tratamiento de enfermedades metabólicas y sus complicaciones si se implementa una estrategia efectiva de prevención y tratamiento temprano del sobrepeso y la obesidad leve.
Finalmente, Crespo ha llamado a priorizar la prevención estructurada y la evaluación del impacto de las intervenciones en términos de equidad, eficiencia y calidad de vida, además de fomentar la colaboración con otras sociedades científicas para acelerar la transferencia de conocimientos y la innovación clínica.