Patógenos en aguas recreativas provocan afecciones de piel y otros trastornos

Los patógenos que ingresan en las aguas donde se baña la gente son capaces de desencadenar una serie de afecciones, incluyendo problemas digestivos como gastroenteritis, afecciones dermatológicas tales como papilomas plantares, pie de atleta y dermatitis, y trastornos oftalmológicos como conjuntivitis. También pueden causar otitis externas, faringitis, neumonías y cistitis, conforme a lo indicado por el Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos de España.

En relación a las piscinas, se destaca que los microorganismos pueden ser aportados por los bañistas, tanto sanos como enfermos, a través de la piel, mucosas, y áreas genito-urinarias, o por accidentes relacionados con vómitos o heces. Además, la contaminación puede originarse en el agua utilizada para llenar las piscinas si esta no proviene de una fuente segura, y por contaminantes ambientales, especialmente en piscinas al aire libre que pueden recibir desechos, tierra o agua de lluvia.

En cuanto a las playas y ríos, la principal preocupación es la contaminación fecal, que puede provenir de descargas de aguas residuales, los usuarios, animales domésticos y fauna salvaje, siendo más crítica en zonas con poca renovación de agua y alta densidad de bañistas.

Para reducir los riesgos en piscinas, se recomienda mantener adecuados niveles de desinfectante, un eficaz sistema de filtrado, ducharse antes de entrar al agua, no nadar si se tienen síntomas de enfermedades y realizar análisis microbiológicos regulares. Los Servicios de Sanidad Ambiental controlan la calidad de las aguas en playas y ríos, asegurando que España se mantenga como un ‘referente’ en calidad de aguas de baño, con un 87,6 % de zonas con calificación de Excelente y un 7,6 % con calidad Buena, sumando más del 95% de conformidad con los estándares más exigentes.

EL PAPEL DEL FARMACÉUTICO

«Dentro del equipo multidisciplinar que trabaja en sanidad ambiental, el farmacéutico cumple un rol cada vez más relevante gracias a su formación en microbiología, química, toxicología, legislación sanitaria y salud pública, entre otras materias», señala la vocalía nacional. Sus tareas incluyen el control de la calidad del agua, supervisión normativa, identificación de riesgos, formación del personal y participación en la vigilancia sanitaria, lo que refuerza la prevención en salud ambiental y ayuda a reducir la propagación de enfermedades transmisibles por agua, concluye la vocalía nacional.

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