La Asociación Española de Pediatría (AEP) y la Sociedad Española de Infectología Pediátrica (SEIP) han instado a no extender los tratamientos antibióticos más allá de lo previsto en las directrices, para abordar la problemática de las resistencias antimicrobianas, causantes de 35.000 muertes anuales en Europa. Esta situación se describe como una ‘pandemia silenciosa’.
‘La lucha contra las resistencias antimicrobianas es una responsabilidad compartida, especialmente porque todos los pediatras prescriben tratamientos antiinfecciosos: todos somos responsables y cada pequeño gesto que realicemos puede contribuir positivamente a la lucha contra las resistencias a los antimicrobianos’, ha declarado la doctora Leticia Martínez Campos, coordinadora del Grupo de Trabajo de infecciones bacterianas de la SEIP, durante el Día Europeo para el Uso Prudente de los Antibióticos.
Desde la pediatría se ha señalado la importancia de no realizar tratamientos que carezcan de soporte científico y promover un manejo responsable de estos medicamentos, dado que las opciones para tratar infecciones por patógenos resistentes son escasas, especialmente en niños.
Los expertos han enfatizado que más del 70% de estas resistencias se vinculan con la atención sanitaria, resaltando la importancia de los programas PROA para optimizar la prescripción de antimicrobianos. Además, han remarcado la necesidad de implementar medidas preventivas y de control de infecciones, desarrollar diagnósticos rápidos y nuevos tratamientos para mantener la efectividad de los antimicrobianos existentes.
Para enfrentar las resistencias, se ha recomendado evitar el uso de macrólidos como primera opción en faringitis y otitis si el paciente no es alérgico a la penicilina; no prescribir antibióticos en casos de bronquiolitis, broncoespasmos y resfriados; no iniciar tratamientos antibióticos en infecciones urinarias sin antes realizar un urocultivo en condiciones estériles; o descontinuar el uso de antibióticos si se confirma un diagnóstico viral.
Asimismo, se aconseja no prolongar tratamientos empíricos en infecciones urinarias sin ajustarlos según los resultados del antibiograma, no iniciar terapias antimicrobianas empíricas sin obtener un hemocultivo previo cuando sea necesario, y no mantener un antibiótico de amplio espectro si existen alternativas más seguras y específicas.