Una investigación difundida en ‘Science Advances’ ha establecido un vínculo entre ciertos trastornos digestivos, como la colitis, la gastritis y la esofagitis, y el aumento en la probabilidad de desarrollar la enfermedad de Alzheimer (EA) y la enfermedad de Parkinson (EP). Estas patologías neurodegenerativas son las más prevalentes globalmente, afectando a un estimado de más de 400 millones de individuos.
Los factores de riesgo tanto genéticos como ambientales juegan un papel crucial, especialmente en casos esporádicos y de aparición en etapas tardías. Dado esto, los investigadores han resaltado la necesidad de investigar las diferentes variables en varios sistemas corporales para entender mejor su impacto en la EA y la EP.
El estudio analizó a 500.000 individuos para identificar trastornos que puedan tener relaciones causales o temporales con estas enfermedades neurodegenerativas antes de su diagnóstico. «Un equipo internacional de investigadores procedentes de diferentes centros de investigación norteamericanos, británicos, españoles y brasileños han analizado si diferentes enfermedades intestinales (gastritis, esofagitis, infecciones intestinales bacterianas, gastroenteritis y otras) contribuyen a una mayor incidencia de trastornos neurodegenerativos cerebrales tales como las enfermedades de Alzheimer y Parkinson. Para ello, han analizado los datos de medio millón de registros clínicos disponibles en bases de datos de tres biobancos», ha destacado en declaraciones a SMC España el investigador senior del Programa de Terapia Génica en Enfermedades Neurodegenerativas en el Centro de Investigación Médica Aplicada (CIMA) de la Universidad de Navarra, José Luis Lanciego.
«Estos datos corroboran evidencias existentes acerca del denominado eje intestino-cerebro, de manera tal que se considera importante el prestar atención a estas patologías del intestino con el fin de hacer un seguimiento detallado a los pacientes e intentar realizar un diagnóstico temprano de las enfermedades neurodegenerativas cerebrales», ha señalado Lanciego. Además, se observaron variaciones en la fuerza y el momento de las asociaciones entre los distintos trastornos analizados.
Por otro lado, «El aparato digestivo con frecuencia es considerado como «el segundo cerebro», ya cuenta con numerosas neuronas en su capa submucosa. «Está conectado con el cerebro bidireccionalmente a través del nervio vago. Hay numerosas evidencias que demuestran un papel principal de la microbiota intestinal y sus alteraciones (conocidas como disbiosis intestinal) a la hora de desencadenar enfermedades neurodegenerativas cerebrales», ha resaltado Lanciego. Los modelos de predicción multimodales han demostrado ser superiores en la clasificación de enfermedades respecto a los modelos de única modalidad, destacando así la importancia de la interacción en el eje intestino-cerebro para el desarrollo de terapias y diagnósticos más efectivos.