La especialista en oncología ginecológica del Hospital Universitario Hospiten Rambla, la doctora María Laseca Modrego, enfatizó este lunes lo crucial que son los exámenes ginecológicos regulares para identificar el cáncer de ovario en etapas tempranas, dado que la falta de síntomas claros complica su detección.
Con una tasa de incidencia en España de 9,4 casos por cada 100.000 mujeres anualmente, este tipo de cáncer presenta una alta mortalidad debido a que el 70% de los casos se diagnostican en fases avanzadas, según explicó la doctora Laseca.
«Esto sucede por dos razones: la ausencia de un buen método de cribado para el diagnóstico precoz y la ausencia de síntomas iniciales característicos (…) Al no demostrarse indicios visibles de esta enfermedad, en la fase inicial del cáncer, y tampoco contar con un patrón específico de síntomas en escenarios avanzados, resulta complicado atender esta enfermedad de manera temprana», añadió la experta.
Además, señaló algunos síntomas frecuentes como molestias abdominales y problemas gastrointestinales o urinarios, aunque reconoció que es «complicado» establecer una presentación típica.
«Como consecuencia de esta inexactitud de los síntomas, casi todas las pacientes tienden a acudir primero al especialista en medicina digestiva y otros especialistas antes que a ginecología», afirmó Laseca.
La doctora resaltó que un chequeo ginecológico regular puede revelar una masa anexial sospechosa de malignidad y permitir el diagnóstico de cáncer en fases tempranas, lo que «por completo» altera el pronóstico para la paciente.
CIRUGÍA CITORREDUCTORA Y QUIMIOTERAPIA EN ESTADIOS AVANZADOS
En cuanto a los tratamientos, Laseca informó que lo habitual es la intervención quirúrgica seguida de quimioterapia, aunque esto puede variar según el estadio del cáncer.
«En estadios avanzados, el tratamiento correspondiente sería una cirugía citorreductora y quimioterapia, aunque puede intercambiarse el orden de los tratamientos dependiendo de las características de la paciente», explicó.
Entre las innovaciones terapéuticas destacan los tratamientos dirigidos como los inhibidores de la proteína PARP, diseñados para pacientes con una mutación en el gen BRCA o déficit de recombinación homóloga, los cuales han mostrado un incremento «significativo» en la supervivencia de pacientes con cáncer de ovario sin reducir su calidad de vida.















