El presidente de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (SESPAS), Manuel Herrera, ha valorado positivamente que la COP30 haya colocado de forma explícita el vínculo entre cambio climático y salud en el centro de la agenda política internacional a través del “Belém Health Action Plan”, si bien ha alertado de que “existe una brecha persistente entre lo que la ciencia exige y lo que la diplomacia es capaz de acordar”.
Desde SESPAS remarcan que, por primera vez desde que se celebran las Conferencias de las Partes (COP) sobre cambio climático, la salud se ha convertido en un eje principal de las discusiones. La COP30, que tuvo lugar en Belém (Brasil) entre el 6 y el 21 de noviembre, ha supuesto un hito al aprobar el “Belém Health Action Plan”, un marco político y sanitario que coloca la resiliencia de los sistemas de salud en el núcleo de la respuesta frente a la crisis climática.
La entidad interpreta este paso como un reconocimiento explícito de que el calentamiento global ha dejado de ser solo un desafío ambiental para convertirse en una “emergencia de salud pública de gran magnitud”. A juicio de Herrera, el análisis de los resultados de la cumbre muestra que la convergencia entre la nueva evidencia científica y los compromisos adquiridos en Belém obliga a una transformación acelerada de los sistemas sanitarios a escala mundial. “El progreso sigue siendo demasiado lento para responder a la urgencia de la crisis climática”, subraya.
En este sentido, la Sociedad recuerda que el informe “The 2025 Lancet Countdown on health and climate change”, difundido pocos días antes del encuentro, ofrece un “diagnóstico alarmante”. De los 20 indicadores que evalúan los riesgos para la salud asociados al clima, 12 se sitúan ya en niveles nunca vistos.
El documento calcula unas 546.000 muertes al año vinculadas al calor extremo, lo que supone un incremento superior al 60 por ciento respecto a la década de 1990. Los colectivos más frágiles, como las personas mayores de 65 años y los bebés menores de un año, soportan ahora entre tres y cuatro veces más jornadas de calor intenso que en las últimas décadas del siglo XX. En 2024, en torno al 60 por ciento de la superficie terrestre del planeta padeció episodios de sequía extrema, mientras que aproximadamente un 64 por ciento registró aumentos en las lluvias torrenciales.
Asimismo, el humo procedente de los incendios forestales relacionados con el clima se asocia con unas 154.000 muertes en 2024. A ello se añaden enfermedades infecciosas como el dengue, la leishmaniasis o patologías transmitidas por garrapatas, que encuentran en las nuevas condiciones térmicas un entorno más propicio para expandirse.
Limitaciones y lagunas del “Belém Health Action Plan”
En este contexto, SESPAS reconoce que la COP30 ha supuesto un avance relevante. El “Belém Health Action Plan”, impulsado por la Organización Mundial de la Salud, el Ministerio de Salud de Brasil y un grupo de expertos internacionales, se plantea como una hoja de ruta para reforzar la capacidad de los sistemas sanitarios frente al impacto del cambio climático.
No obstante, la organización también incide en las debilidades del acuerdo. A su juicio, el denominado Paquete de Belém, pese a incorporar avances sin precedentes en ámbitos como la transición justa, la financiación para la adaptación y el reconocimiento del riesgo de rebasar de forma temporal el límite de 1,5°C, deja cuestiones clave sin resolver. “La ausencia de cualquier alusión explícita a los combustibles fósiles en el texto final refleja cómo la presión de los estados productores de petróleo ha limitado ambiciones más contundentes en materia de mitigación”, resalta SESPAS.
Tal y como recalca Herrera, persiste “una brecha persistente entre lo que la ciencia exige y lo que la diplomacia es capaz de acordar”. Las conversaciones multilaterales continúan chocando con barreras estructurales ligadas a intereses geopolíticos y económicos. Para SESPAS, los ministerios de salud de cada país deben asumir de forma directa la tarea de convertir los compromisos de Belém en sistemas sanitarios resilientes, con bajas emisiones de carbono y orientados a la equidad.
“La COP30 dejó claro que el mundo avanza, pero no a la velocidad necesaria. Que la acción climática se expande, pero la ventana para evitar impactos irreversibles se estrecha. Belém no salvó el clima, pero sí recordó al mundo que el reloj sigue corriendo y que aún es posible cambiar el rumbo”, concluye el presidente de SESPAS.










