El linfoma, que afecta a aproximadamente 15 de cada 100.000 personas anualmente, es uno de los cánceres de sangre más comunes entre los adultos. Según el doctor Agustín Hernández, jefe del Servicio de Hematología del Hospital Quirónsalud Málaga y del Hospital Quirónsalud Marbella, se trata de un conjunto diverso de cánceres que se originan en los linfocitos, células del sistema inmunitario. Es importante destacar que tanto el linfoma no Hodgkin como el Hodgkin son malignos y pueden ser mortales.
El diagnóstico de esta enfermedad frecuentemente ocurre en etapas avanzadas, ya sea por la persistencia de un ganglio inflamado o por hallazgos en exámenes realizados por otras causas. El doctor Hernández advierte que síntomas como fiebre inexplicable, sudoración nocturna intensa, pérdida de peso involuntaria, fatiga continua o picor generalizado pueden ser indicativos de linfoma, recomendando una consulta médica inmediata ante estos signos.
En los últimos tiempos, la terapia para el linfoma ha experimentado una revolución significativa. El uso de linfocitos CAR-T y anticuerpos biespecíficos para linfoma no Hodgkin, así como fármacos anti-CD30 e inhibidores de checkpoint para el Hodgkin, han permitido, en muchos casos, prescindir de la quimioterapia tradicional a favor de tratamientos sin quimioterapia (‘chemo-free’). ‘Estos avances han mejorado la supervivencia y la calidad de vida de los pacientes, incluso en aquellos con pocas opciones previamente’, indica el especialista.
La personalización del tratamiento representa otro cambio importante. ‘Cada vez más, adaptamos las terapias no solo al tipo de tumor, sino también a las características y preferencias individuales de los pacientes, buscando respuestas más profundas y duraderas con menos toxicidad. Estos desarrollos están llevando a reconsiderar incluso la necesidad del trasplante de médula ósea, una terapia que ha salvado muchas vidas hasta ahora’, explica Hernández.
Los datos son alentadores: la tasa de supervivencia global de los pacientes con linfoma ha aumentado notablemente en las últimas tres décadas. ‘Actualmente, más del 80% de los pacientes con linfoma de Hodgkin en estadios avanzados se curan con el primer tratamiento. En linfomas no Hodgkin indolentes, logramos prolongadas supervivencias con buena calidad de vida, y en los casos más agresivos y resistentes a la quimioterapia, tanto los CAR-T como los agentes biespecíficos están mejorando significativamente el pronóstico’, afirma el doctor.
A pesar de estos avances, persisten desafíos considerables. Según Hernández, ‘debemos asegurar que todos los pacientes tengan acceso a los mejores tratamientos, mejorar la detección de quiénes necesitarán terapias más intensivas y explorar las mejores combinaciones de medicamentos para optimizar los recursos, dada la alta costo de las nuevas terapias’. Además, recalca la importancia de la actividad física y una nutrición adecuada como complementos esenciales para mejorar y prolongar la vida de los pacientes.
Finalmente, la investigación clínica se perfila como fundamental para el futuro del tratamiento del linfoma. ‘Los ensayos clínicos son cruciales para el avance, permitiendo el acceso temprano a terapias innovadoras y generando conocimientos que benefician a toda la sociedad’, concluye.