El Servicio Jesuita a Refugiados asistió a más de un millón de personas en 2024 ante un incremento sin precedentes de desplazamientos

Archivo - Una niña en la portada del informe anual del Servicio Jesuita al Refugiado 2024.SJR - Archivo

En 2024, el Servicio Jesuita a Refugiados (JRS) brindó ayuda a aproximadamente 1,15 millones de individuos en 58 naciones, enfrentando un año caracterizado por «conflictos plurianuales» que desencadenaron «niveles récord de desplazamiento».

«De Sudán del Sur a Ucrania, de Myanmar y Gaza a Afganistán, 2024 estuvo marcado por conflictos plurianuales que no daban señales de remitir y que siguieron provocando niveles récord de desplazamiento» destaca el reporte anual del JRS, que fue presentado recientemente en Roma.

Según el informe, el 54% de los asistidos fueron mujeres y niñas, siendo un tercio beneficiadas en programas educativos. El apoyo en salud mental y psicosocial también aumentó, pasando de 156.000 personas en 2003 a 205.000 en 2024.

En el mismo año, el Servicio Jesuita a Refugiados logró recaudar un total de 86,3 millones de euros.

En la presentación del informe, se realizó un panel dirigido por Danielle Vella, responsable del programa de Reconciliación de JRS, con la participación de Michael Schöpf, director internacional del JRS; el refugiado de Camerún y defensor de derechos humanos Duclair Ngongang Keumaleu, y Roxanne Schares de la Unión Internacional de Superioras Generales (UISG).

Michael Schöpf criticó que en enero «18 millones fueron recortados de un día para otro», afectando también a sus socios y colaboradores. «Cuando hablamos de estos 18 millones, estamos hablando de personas que no tienen alternativas», enfatizó.

En un vídeo sobre el trabajo de JRS en Uganda, trabajadoras de la organización relataron lo «duro» que fue recibir la notificación del gobierno de Estados Unidos el 24 de enero, que suspendía todos sus proyectos. En dos días, debieron reorganizarse, cesar clases y despedir a 46 miembros del equipo.

«Fue un choque para nosotros dejar las salas de la escuela, nos mirábamos y pensábamos, ¿pero qué vamos a hacer? Y fue muy feo, y tuvimos que irnos, pero no había otra alternativa», expresó una de las trabajadoras.

Ante estos recortes, Schöpf anunció que lanzaron un llamado a la solidaridad y tras varias semanas lograron recaudar 6 millones de dólares destinados a emergencias. «Muchas gracias por esta solidaridad», afirmó.

SER «ACTORES DE PAZ» EN UNA ERA DE «ESTADOS AUTORITARIOS»

En este contexto, Schöpf ha invitado a ser actores de esperanza y de paz. «En una era donde hay estados autoritarios, donde crecen los conflictos y no se consigue o no se quiere solucionar estos conflictos, tenemos que ser actores de paz», subrayó, remarcando la importancia de «fortalecer la comunidad» como protección a los refugiados ante «peores escenarios».

A través de un vídeo, el secretario general de Caritas Internationalis, Alistair Dutton, ha advertido sobre «un ataque al sistema internacional» que está «perdiendo su poder».

«Lo que vemos en Gaza hoy es el ejemplo extremo de todo esto», destacó, mientras lamentaba que se está presenciando «casi un desmantelamiento del reconocimiento de refugiados como una categoría legítima». «En Estados Unidos vimos recortes, pero sabemos que en toda Europa no hay ningún lugar, quizás con la posible excepción recientemente de España, donde las personas son acogidas como refugiados, donde las personas de verdad quieren acogerlos», señaló.

BARRERAS EN LOS PAÍSES DE ACOGIDA

Por su parte, Duclair Ngongang Keumaleu describió las «barreras» que enfrentan los refugiados diariamente. «La vida de un refugiado no es como un río tranquilo, sino un río que cambia según los gobiernos también que se suceden en este país. Desde que llegué aquí, las cosas han empeorado. Desde los tiempos muy largos de espera, la solicitud de asilo, los centros de acogida, la dificultad de hacer, por ejemplo, cursos de italiano, o encontrar una casa», explicó.

Además, denunció que actualmente, «la mayoría de los países son anti inmigración» y destacó que «hay personas que utilizan la propaganda, las narrativas de odio». Frente a estos discursos, invitó a los refugiados a «apoyarse mutuamente» y resaltó que «no se puede negar al refugiado la humanidad que tiene como persona».

En la misma línea, Roxanne Schares compartió su experiencia trabajando con refugiados en Tanzania y cómo esta interacción ha sido profundamente formativa.

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