Un hombre acusado de agredir sexualmente a dos de sus hijas desde que ambas cumplieron diez años ha admitido este martes los hechos al inicio del juicio en la Audiencia Provincial de Cantabria y ha aceptado una pena total de 23 años de prisión, dos menos de los reclamados inicialmente por la Fiscalía y la acusación particular, ejercida por las propias víctimas.
Antes de arrancar la vista oral en la Sección Primera, las partes han alcanzado un acuerdo que reduce la condena de prisión. Así, la pena por los abusos a la hija mayor pasa de los 15 años solicitados en un principio a 14 años y 3 meses por violación, mientras que por los tocamientos a la hija pequeña, todavía menor de edad, se fija en 8 años y 9 meses frente a los 10 años que se pedían al inicio. Para esta última, además, se establece la privación de la patria potestad durante seis años.
En el pacto, las acusaciones y la defensa han convenido también que el acusado indemnice a las dos hijas con un total de 30.000 euros: 20.000 euros para la mayor y 10.000 para la menor. Esta cantidad coincide con la solicitada por la fiscal y ha sido asumida por la abogada de las jóvenes, que en un principio reclamaba 40.000 euros, repartidos en 25.000 para la primogénita y 15.000 para la pequeña.
El acuerdo incluye igualmente medidas de alejamiento y prohibición de comunicación. El condenado no podrá acercarse ni contactar con la hija mayor durante 18 años, ni con la menor durante un periodo de 15 años. Además, por ambos delitos continuados de agresión sexual queda inhabilitado para desempeñar trabajos o actividades con menores durante 19 años y tres meses, una duración notablemente inferior a los 30 y 50 años que, respectivamente, habían solicitado el ministerio público y la acusación particular.
Al reconocer los hechos y aceptar las penas negociadas entre las partes, se ha evitado la celebración del juicio completo contra el procesado, que ha renunciado también a hacer uso de su derecho a la última palabra.
Relato de los hechos
El relato fáctico asumido por todas las partes y que se incorporará a la sentencia señala que el hombre agredió sexualmente de forma continuada a dos de sus hijas, aprovechando la relación de parentesco y la convivencia en el domicilio familiar.
En el caso de la hija mayor, los abusos comenzaron cuando la niña tenía diez años y se prolongaron hasta que cumplió 18. Durante ese periodo, el padre le realizaba tocamientos y, en alguna ocasión, le introdujo también los dedos en la vagina.
Cuando la joven se oponía porque no quería que continuara, él la "amedrentaba" y en numerosas ocasiones le advertía que, si contaba algo, "la mataba".
En cuanto a la hija menor, los tocamientos se iniciaron igualmente cuando tenía diez años y se mantuvieron hasta los trece.
Los hechos salieron a la luz cuando la madre y esposa escuchó un día cómo su hija pedía al padre que la dejara en paz, que parara y que siempre estaba igual. A raíz de ese episodio, ambas menores relataron a su madre lo sucedido, hechos que ahora ha admitido el progenitor, que se encontraba en prisión provisional y que ha sido finalmente condenado a un total de 23 años de cárcel.