Gestos de incredulidad del fiscal general en el juicio por filtraciones que implica a la pareja de Ayuso

Alberto González Amador acusa al fiscal general del Estado de filtrar información contra él en un juicio que causa estupor.

El fiscal General del Estado, Álvaro García Ortiz, a su llegada a la segunda jornada del juicio al fiscal general del Estado, en el Tribunal Supremo, a 4 de noviembre de 2025, en Madrid (España).Fernando Sánchez - Europa Press

Durante la segunda jornada del juicio en el Supremo, Alberto González Amador, pareja de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ha acusado al fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, de ser el responsable de ciertas filtraciones. Esta acusación ha provocado diversas reacciones, incluyendo un gesto significativo del fiscal general, que se llevó las manos a la cabeza en señal de asombro.

La primera vez que González Amador lanzó esta acusación, describe cómo fue «públicamente asesinado» en su reputación, sintiéndose ya condenado sin escape. Esta declaración causó una visible reacción tanto de la defensa como del propio García Ortiz. En otro momento, al ver al fiscal general en una emisión de TVE donde le llamaban «delincuente confeso», González Amador observó a García Ortiz realizando otro gesto de indignación.

La situación alcanzó un punto crítico cuando, tras un largo testimonio, González Amador hizo un alegato final no planeado y expresó: «O me voy de España o me suicido», lo que provocó risas y una respuesta menos formal de parte del presidente del tribunal, Andrés Martínez Arrieta, quien le recomendó hablar con su abogado.

En otro segmento del juicio, la atención se centró en la directora de comunicación de la Fiscalía General del Estado, Mar Hedo, quien fue interrogada acerca de si había filtrado información a la prensa. Hedo destacó que la imputación de García Ortiz ya era conocida públicamente, un «vox populi» según sus palabras.

Íñigo Corral, director de comunicación de la Fiscalía de Madrid, también fue cuestionado sobre sus contactos con periodistas y la manera en que gestionaba la información, lo que generó debates sobre la transparencia en la comunicación de la Fiscalía.

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